PRIMERA PARTE (… continuación) Títulos 10 y 11.- 

 

LA GUERRA IRREGULAR

Luis Heinecker S

 

 

10. PARTIDO. GUERRILLAS, FMP

 

El tercer procedimiento organizativo partidario de la guerra irregular es el denominado de  la "Fuerza Militar Propia", que es la entidad guerrillera militarizada, propiamente dicha.

 

En este camino también existen manuales autorizados que marcan la técnica respectiva:

los de Mao‑Tsé‑Turng, de Sokolovsky, de Vo Nguyen Giap, de Guevara, de Marighella, etc.

Ellos desarrollan el postulado de Lenin de conseguir “la liquidación del ejército regular, y  la sustitución del mismo por todo el pueblo armado... Liquidaremos totalmente el ejército regular”, ("La cuestión militar y el trabajo político en las fuerzas armadas").

Añade Mao "Por eso, la idea de crear y consolidar diferentes bases revolucionarias con la ayuda de las fuerzas armadas obreras y campesinas es muy importante" ("El poder rojo", 1928).

Guerra revolucionaria, llevada a cabo por un ejército irregular. Empresa audaz.

Que comienza por la intentona guerrillera.

 

Acá, por lo pronto, lo que nos interesa registrar del tema es su faz partidaria.

La conducción de la guerrilla por el Partido Revolucionario.

 

Conviene aclarar que dicho Partido puede ser de los marxistas seguidores de la ortodoxia moscovita (PC), o heterodoxo, como el "26 de julio" cubano, o el "sandinista" nicaragüense.

Puede ser fachada legal directa, como el "Harri Batasuna", de la ETA vasca, o colateral, como el "Frente Amplio" uruguayo, del MLN‑Tupamaro. O, más frecuentemente, estar por encima de su brazo armado, como el caso del FLN‑ALN, argelino.

 

Lo que interesa, en el fondo, es que todos son de corte leninista, aunque algunos acentúen la temática separatista (IRA, de Irlanda del Norte), otros la anticolo­nialista (como el "Vietminh", de Indochina), indigenista (como "Sendero Luminoso", peruano), anticapitalista (como las "Brigadas Rojas", italiana), antiimperialista (como el "Frente Farabundo Martí", salvadoreño), etc.

De un modo u otro, todos cumplen con la exigencia de que la guerrilla armada se inspire en la ideología comunista y sea dirigida por un Partido de cuño revolucionario leninista.

 

Para tomar un caso de vinculación que a nosotros nos preocupa particularmente, nos referiremos al del PCCh‑FMR (Partido Comunista Chileno – Frente Manuel Rodríguez).

Negado, admitido, soslayado, conocido, poco estudiado.

 

Para empezar, reseñemos ‑como antes lo hicimos con el MIR‑ la estructura orgánica del Partido Comunista de Chile, que fuera Sección Chilena de la Tercera Internacional Comu­nista, y que es parte del Movimiento Comunista Internacional.

Ya dijimos que este último está regido por el Comité Central (CC, o "PoIitbureau") del Partido Comunista de la Unión Soviética (hasta agosto de 1991, en que al ser disuelto, intervenido o clausurado en Moscú, crea un problema de acefalía a sus "hermanos menores").

En el orden local, de arriba a abajo ésta es la estructura:

 

-        Secretario General, con su organismo consultor: el Secretariado.

-        Comité Central (CC), con sus diversas "Comisiones Nacionales".

Para el llamado "Sector Interno" existe una "Comisión Nacional Militar",

de la que depende la FMP (Fuerza Militar Propia),

a la que se subordina la FC (Fuerza Central), subdividida en tres ramas:

FP‑PC (Fuerza propia del Partido Comunista),

FP‑JJ.CC. (Fuerza propia de las Juventudes Comunistas), y

FPMR (Frénte Patriótico Manuel Rodríguez),

-        Dirección Nacional, con delegados de los 46 comités regionales.

-        Comité Regional (CR).

-        Comité Local (CL).

-        Célula, estructura de base, constituida por 4 ó 5 militantes.

-        Militante.

 

Por separado, con autonomía orgánica funcionan las JJ.CC. (Juventudes Comunistas).

 

Pero ese organigrama complicado sólo expresa la estructura orgánica.

 

Además de ella existe la estructura funcional.

 

En tal categoría encajan los denominados "organismos de facha­da”, colaterales filocomunistas.

Una y otra estructura se vinculan a través de algunas de las “Comisiones Nacionales" del Comité Central.

Así, por ejemplo, la Comisión Nacional Auxiliar gobierna a las entidades de fachada.

La diferencia, desde el punto de vista orgánico, en:

Organismos de Base del PC y

Organismos Infiltrados por el PC.

 

En cuanto al orden funcional, se distingue en cuatro áreas:

Poblacional,

Cultural,

Profesional y

Derechos Humanos,

 

en que los dos tipos de organismos (base e infiltrados) cuentan con entes correlativos (v,gr. en la cuarta área: el Movimiento Sebastián Acevedo, de base, y la Vicaría de la Solidaridad, infiltrada).

 

Además, existen otras dos áreas funcionales, sin estructuras orgánicas equivalentes:  

-       la femen­ina (11 movimientos feministas, todos de base),

-       y la gremial (5 centrales sindicales, todas infiltradas).

 

        En el plano internacional, durante el período del Gobierno Militar, las superposiciones  nacionales se multiplicaron.

        Caso de:

-       "Chile Democrático", con 52 filiales (con sedes princi­pales en Roma y Mendoza),

-       el COMARCHI,

-       los Comité de Solidaridad con Chile,

-       el Instituto para el Nuevo Chile,

-       las Casas Chile, etc.

 

En otros casos, las funciones tradicionales de ciertas estructuras orgánicas fueron alteradas por nuevas funciones.

Tal es la situación de los Comités Locales (CL) y los Comités Regionales (CR), que tenían a su cargo las funciones "territoriales", hasta que ‑ hacia 1980­ - les adicionó las funciones bélicas de "unidades de combate" y "grupos operativos", en principio propias de las "autodefensas" (TMM: Trabajo Militar de Masas), transformadas en MR, “Milicias Rodriguistas".

Si se tiene en cuenta que las JJ.CC., por su lado, duplicaban esas mismas funciones, se tendrá una idea de la complejidad organizativa del PC (otra cosa era si toda esa orgánica era eficaz o no; y más bien que no).

Si hemos precedido de todo ese intríngulis orgánico comunista al tópico de la relación entre  el PC y el FMR, es porque él permite entenderlo, hasta donde ello es posible para alguien ajeno a esos laberintos marxistas.

 

Así, resulta que la vinculación no es de carácter "orgánico" directo, sino "funcional",

claro que con el cordón umbilical orgánico de la FC (Fuerza Central), de la FMP (Fuerza Militar Propia), de la Comisión Militar Nacional, de CC (Comité Central).

 

En ese esquema se compren­den mejor las palabras de Camilo González, cuando en el  número 22 de la revista partidaria "Principios", de enero‑febrero de 1982, decía:

 

        "La fuerza militar propia no opera como una fuerza dentro del Partido, sino que desde fuera de él, como una organización militar orgánicamente independiente, a la que se integra parte del Partido, aunque siempre bajo la dirección política militar del Partido".

 

También, con lo antes expuesto, se puede intentar aprehender el sentido de lo expresado  por el miembro del CC del PCCh, Jaime Insunza, en 1987, a la revista "Análisis":

       

        "Tuvimos un error histórico en el pasado al descartar la fuerza militar...

        De haber un entendimiento con las demás fuerzas democráticas, estamos dispuestos a discutir también esta política militar nuestra, sin renunciar a ella.

        Por ejemplo, podemos acordar cuáles son las formas que pueden tomar la autodefensa del pueblo...

        También podemos concertarnos para buscar persuadir a los militares a fin de que transiten por la vía democrática.

        Pero seguiremos con la preparación y mantención de cuadros militares.

 

Quien lo lea desde afuera de la complejidad estructural comunista, no comprenderá  mucho de lo allí indicado.

En cambio, debía recordarse que la "política militar" del PC cubría tres fases, a saber:

 

a)     Antigua, desde 1931: FAO, "Política Militar hacia las FF.AA.", de infiltración y división; totalmente fracasada. Por eso Insunza se avenía a dejarla en manos de los partidos democráticos',.

 

b)     Moderna, desde antes de marzo de 1973: TMM, "Tarea Militar de Masas", o "Auto­defensa", a cargo de las MR (Milicias Rodriguistas); en la que no había alcanzado la espec­tacularidad del MIR; y cuyas "jornadas de protesta" habían declinado, a raíz de la desvincu­lación de los "partidos democráticos".

        Allí, Insunza quería que éstos volvieran a colaborar.

 

c)     Contemporánea, desde 1983: FMP, "Fuerza Militar Propia", cuyo sector importante era el Frente Manuel Rodríguez.

En este punto era en el que Insunza se mostraba intransigente.

Ahí no transaba en  absoluto, porque aún seguía creyendo en su viabilidad, no obstante los contrastes notorios (casos: "Arsenales, internación clandestina de armas en Carrizal Bajo", y "Atentado Presidencial”).

 

A pesar del empeño del PCCh por negar la pertenencia del FMR, nadie nunca creyó en  sus desmentidos.

Al final, un buen día, el nuevo Secretario General del PCCh, Volodia Teitelboim, en una entrevista, en 1990, por Televisión Nacional, dijo: "Nosotros no tenemos armas. Yo creo que las que encontraron entonces (NA.: en Carrizal Bajo, el 6 de agosto de 1986) fueron suficientes, y por lo tanto nos dejaron sin armas".

El pequeño detalle implícito era que las 53 toneladas de armamento, municiones y explosivos secuestrados (de un total de alrededor de 83 toneladas), a partir del hallazgo de Carrizal Bajo, lo habían sido (confiscados) al Frente Manuel Rodríguez, y no al Partido Comunista, que se decía "independiente" de la entidad guerrillera.

 

Aclarado ese punto de inútiles controversias, veamos la estructura orgánica del FMR, al que hemos tomado como modelo de organización guerrillero‑terrorista.

Desde arriba hacia abajo ésta era su estructura:

-        Dirección Nacional: 5 comandantes superiores, el jefe adopta el nombre político de "José Miguel”.

-        Comandancia Superior: 12 miembros.

-        Departamentos, son 4: Militar, Político, Logístico e Instrucción; más un destacamento especial.

-        Mandos zonales: 4

-        Mandos regionales: 20 (capitanes)

-        Destacamentos (tenientes)

-        Grupos Operacionales

-        Militante

-        Combatiente

-        Miliciano (MR ‑ TMM) o Aspirante (JJ.CC.)

-        Colaborador

 

Miembros del CC del PCCh, integrantes de la Comisión Nacional Militar, encargados de  la FC de la FMP (Fuerza Central de la Fuerza Militar Propia), como Jorge Insunza y Manuel Cantero Prado, eran los que establecían el nexo con la Comandancia Superior de Dirección

Nacional del FPMR (cuyo "José Miguel", fue el ingeniero Raúl Pellegrin Friedirnan, hasta el 28 de octubre de 1988, fecha en que se ahogó en el río Tinguiririca, y cuyo alias bélico era “comandante Rodrigo").

 

Más adelante, hacia 1985, el orden operativo se reestructura. Se adopta el siguiente mecanismo de combate:

 

      Destacamentos: 1 por zona, con 3 columnas y 1 aparato logístico.

      Columna: 90 combatientes, divididos en 3 ó 4 pelotones.

      Pelotón: 27 combatientes, divididos en 3 ó 4 grupos.

      Grupo: unidad de base, integrado por 5 a 7 combatientes.

 

Además de la estructura combativa, existen otras como:

 

      Aparato Logístico: con secciones, sanitarios, depósito y traslado de armamento, robos de vehículos, etc.

      Aparato de Exploración: con información sobre las rutinas diarias de las eventuales víctimas, recaudación de datos sobre vías de acceso y de escape en los sitios de los atentados, etc.

 

En cuanto a las "Operaciones Urbanas", el Reglamento Interno, aprobado en 1985, las  diferencias de esta manera:

 

A.‑ Ofensivas:

1) Asalto,

2) Emboscada,

3) Sabotaje.

 

B.‑ Defensivas:

1) Contención,

2) Lucha contra el cerco,

3) Rompimiento del cerco.

 

Respecto de la doctrina militar a adoptar, el documento interno "Aspectos teóricos acerca de los conflictos armados y sobre la organización militar del pueblo" define su acción como "una guerra revolucionaria".

 

Diferencia la “insurrección armada", que sería el caso bolchevique en Petrogrado, en 1917, con fuerte acento político‑popular, de la "guerra popular", de la revolución china y de Vietnam, que subraya lo militar, con la creación de un ejército irregular; y la “lucha guerrillera", del caso cubano de Fidel Castro, con grupos pequeños de hostigamiento rural.

 

De esos precedentes marxistas, admite la imitación de aspectos parciales.

Ubica la acción del rodriguismo más bien dentro del tipo de "guerra de liberación", al modo del "sandinismo" nicaragüense, pero con variantes.

A esa especie la denomina "sublevación nacional", a la que caracteriza así:

 

        "La Sublevación no es la insurrección.

        La insurrección es principalmente un plan militar apoyado en las masas para aniquilar al enemigo.

        La Sublevación es el plan político de masas apoyado en lo militar para derrotar político‑moralmente al enemigo".

 

A continuación enumera algunas de esas operaciones: propaganda armada, atentados selectivos, copamientos de edificios, emboscadas a transportes colectivos de tropas, sabotajes a sistemas energéticos y de comunicaciones, etc.

 

Atento a lo anterior, se puede inferir, sin dificultad, que el FMR se apegaba, sin decirlo, a la receta terrorista instaurada en nuestro país por el MIR ya en 1965, aumentando su intensidad y cantidad; pero sin mutaciones cualitativas. Por eso, cualquiera sea el cuño ideo­lógico que le coloquen ("Rebelión Popular”, "Sublevación Nacional", "Guerra Patriótica Nacio­nal", etc.), no excede el marco del terrorismo guerrillero.

Terrorismo, que es, como lo hemos visto, una de las vías de manifestación de la guerra irregular comunista.

El comunismo de este grupo terrorista chileno ‑ continuamente citado en sus documentos internos ‑ queda de manifiesto en el párrafo final de este informe doctrinal, que dice así:

 

"Conclusión: El armamento de las masas, combinado con la conformación del ejército revolucionario, es el principio marxista‑leninista en lo concerniente a la organización militar del pueblo".

 

Sucede que, por indicación de sus mentores, Fidel Castro y Humberto Ortega, debían  evitar en sus proclamas públicas el uso de las expresiones "comunismo", "marxismo‑leninismo" y "socialismo", para engañar a los que quisieran engañarse.

 

De todos modos, la estrecha vinculación entre Partido y Guerrilla está suficientemente en  claro.

Para quienes no lo estuvieran, el Secretario General del PCCh, Luis Corvalán, en un artículo que se titulaba "El PC está vivito y coleando", aparecido en el número 103 de la revista "Análisis", exponía:

 

        "Algunos creen que la Juventud Comunista le impone al Partido un rumbo tal, otros dicen que el FPMR nos imprime rasgos militaristas.

        Ni lo uno ni lo otro.

        Es el Partido el que orienta a la juventud, es el Partído tambíén el que da oríentacíones a aquellos compañeros que forman parte del FPMR".

 

El Partido, contra‑iglesia fundada por el patriarca Lenin, era y es el único organizador del terrorismo guerrillero.

Esa era la cuestión que debía quedar bien aclarada.

Y creemos que lo está.

 

 

11. INTERNACIONALISMO

 

Tan pronto como el lector, premunido de todos los datos que hemos ido revisando hasta  aquí, llegue a la conclusión de que sí existe una guerra diferente a la antigua conven­cional, y quiera difundirlo entre sus contertulios, la argumentación cambiará.

Ya no se le dirá que todo ese cúmulo de hechos criminales son casos aislados de tipo policial.

Se le dirá otra cosa.

Se trata, le argüirán, de una "reacción" extraordinaria, ocasional, circunstancial, ante un Gobierno autoritario, de fuerza.

 

De "todas las formas de lucha contra la Dictadura", como repetía el PCCh ante nuestro Gobierno.

Como si la causa fuéramos nosotros y el efecto ellos.

Es un combate por el restablecimiento de la "dernocracia", explicarán. Claro. Frente a un Gobierno Militar, como el del General Pinochet en Chile: ¿cómo no admitir la justa rebeldía de los "jóvenes idealistas" que se sacrificaban en aras de la libertad y la democracia... ?

 

Solicitamos al lector que no se tome el trabajo de justificarnos.

Ni tan siquiera de  recordarle a su interlocutor las condiciones creadas por el Gobierno de la Unidad Popular del Presidente Salvador Allende, hacia septiembre de 1973.

Y hasta que ni mencione, por el momento, el hecho cierto de las condecoraciones entregadas por Fidel Castro a los militares cubanos por su campaña en Chile, en 1973.

Que ponga entre paréntesis todo el bagaje documental y conceptual que tiene al respecto, y que se limite a formularle al contradictor algunas preguntas.

Interrogaciones no referidas al ámbito chileno, sino a otros lugares del mundo.

 

Por ejemplo: una vez acordado que el sistema de gobierno que predominaba en la Europa  Central y Oriental, hasta 1989, no era, precisamente, un modelo de "democracia representativa y libertaria", le pedirá al argumentista que tenga a bien proporcionarle la lista de los movimientos guerrilleros y/o terroristas que han operado tras la denominada "Cortina de Hierro".

Cuando menos, que le mencione un caso de esa especie tan alabada de "rebelión idealista".

Esté tranquilo, que no lo hallará.

Y no lo encontrará, por la muy sencilla razón de que en el "Bloque Socialista" no ha habido "guerra revolucionaria".

 

A continuación, cambie el plano geográfico de la interrogación.

En este caso, convenga  con el disputante sobre el carácter plenamente democrático de los sistemas gubernamentales de ciertos países occidentales, v.gr., los de Alemania Federal, Italia, España, Gran Bretaña y Canadá.

Entonces, pregúntele contra cuál "dictadura" combatían los movimientos guerrilleros conocidos bajo las denominaciones de: "Banda Baader‑Meinhof", "Brigate Rose", "Lotta Con­tinua", “Il Manifesto", "Prirna Linea", “Nuclei Armati Proletaro”, "Fracción del Ejército Rojo", "Avanguardia Operaia", IRA Provisional, ETA, GRAPO, Movimiento de Liberación de Quebec y otros similares.

 

Acá, si el interlocutor no es un ingenuo total, puede que le proponga una respuesta.

 

Le dirá que el "capitalismo burgués", con su "consumismo", elabora un "Establish­ment" tan cerrado, que la protesta contra ese régimen, a veces, tiene que ser "extraparlamen­taria".

De ahí podrá pasar a la contradicción entre "explotados" y "explotadores", entre "opri­midos" y "opresores", entre ricos y pobres, etc.

Bien.

Luego el lector podrá citar aquello de que “los proletarios no tienen para perder más que sus cadenas", y el diálogo se encarrilará hacia un terreno acotado, bien delimitado: el del marxismo.

Luego, se planteará la forma moderna, eficaz, de otorgarle una "praxis" revolucionaria a esa teoría.

Esto es, discurrirá hacia el campo del leninismo.

Fijado lo cual, el debate podrá encaminarse sobre el problema de las "vías" más adecuadas para la instauración del socialismo.

Una amena conversación de sobremesa acerca de las tácticas de ruptura más procedentes los hará arribar al tópico de "todas las formas de lucha", sin excluir la terrorista guerrillera.

 

Para cuando sirvan el café, el lector comprobará cuán lejos de Santiago de Chile, cuán distante de Augusto Pinochet, se halla...

 

Llegada la controversia a ese punto, recién será el momento de plantear al contradictor por  las causas "democráticas" que inclinaron al MIR chileno, en 1965, a combatir por las armas al Gobierno de Eduardo Frei Montalva, y por las no menos "democráticas" y antidicta­toriales, por las cuales el Frente Manuel Rodríguez Autónomo ha asesinado al senador Jaime Guzmán Errázuriz, y las Fuerzas Rebeldes y Populares Lautaro han acribillado al Prefecto Héctor Sarmiento en Concepción, y todo el resto de la serie "idealista" acontecida en 1991, bajo el "despótico" Gobierno del Presidente Patricio Aylwin Azócar...

 

Si el interlocutor guarda un mínimo de honestidad intelectual o moral, convendrá con el lector en que las causas de la presencia guerrillera en Chile nada tiene que ver con las personas de sus gobernantes o con sus métodos de gobierno, y que el asunto es más complejo de lo que se imaginaban.

Esa será la oportunidad para revisar el problema del Internacionalismo Revolucionario.  Que es, precisamente, lo que a continuación vamos a hacer.

 

Una buena guía para internarse en ese tópico lo constituye el libro de la especialista Claire  Sterling, "Terrorismo. La red internacional", traducido al castellano en 1981.

La autora comienza por observar lo siguiente:

 

        "En los últimos diez años –la década de 1970 ‑, las restricciones legales de varios siglos se han desmoronado y no sólo, ni siquiera primordialmente, en los países que, de todos modos, no tienen mucho apego a las leyes. 

        Algunas naciones, totalmente sin leyes, las dictaduras más inhumanas de la Tierra, han quedado dentro de una paz y una tranqui­lidad perfecta.

        Sin embargo, apenas hay una democracia que se haya visto excluida de los actos terroristas, desde los Estados Unidos y Canadá, hasta la Gran Bretaña, Alemania Occidental, Italia, Suecia, Holanda, Bélgica, Francia, España, Portugal, Austria, Suiza, Grecia, Turquía y Japón. Más de la mitad de los ataques terroristas internacionales desde 1968, se han producido en las democracias industrializadas de Norteaméríca y Europa Occidental".

 

Al promediar la década de 1970, operaban 140 bandas terroristas en 50 países occidentales, y ninguna en los del sector socialista.

 

La investigadora se detiene en el caso de las «Brigadas Rojas" italianas.

Ellas habían producido en 1977, 2.018 atentados. Tenían por líder a un sociólogo universitario, Renato Curzio.

Habían asesinado al Primer Ministro de Italia y jefe del Partido Demócrata Cristiano, Aldo Moro.

Además, habían cometido homicidios contra figuras destacadas de la vida italiana, como Carlo Casalengo, director del diario "La Stampa"; Giovanni Picco, intendente de Turín; Felice Schiavetti, presidente de la Asociación de Indus­triales de Génova; y un elevado número de policías, carabineros, abogados, fiscales, jueces y jurados.

Su especialidad, con todo, no eran los homicidios, sino los secuestros de personas por dinero, y el disparo de proyectiles en las rodillas para causar invalidez.

Las "Brigadas Rojas" no se encerraban en Italia.

Recibían entrenamiento junto a las  unidades palestinas (FPLP, Frente para la Liberación de Palestina, de George Habash) y, en ocasiones, en los campos de tiro de Al Fatah (de Yasser Arafat), en el Líbano.

Intercambiaban combatientes con la "Banda Baader‑Meinhof" (de la periodista Ulrike Meinhof; que habían asesinado al industrial alemán Hans‑Martin Schleyer, en 1977), y con el grupo "Septiembre Negro" (autor de los atentados en los Juegos Olímpicos de Munich, en 1972).

 

Un acreditado asesino internacional, el venezolano Carlos “Ilych" Ramírez Sánchez, conocido como "Carlos" (egresado de la Universidad Patricio Lumumba de Moscú, entrenado en Cuba, secuestrador de los ministros de la OPEP, en Viena, en 1976, por lo que recibió una recompensa de dos millones de dólares del presidente libio Muhammad Kadhafi.

“Carlos” que en 1975 había asesinado a dos funcionarios de los servicios de Inteligencia de Francia, gozaba de la hospitalidad de las "Brigadas Rojas", en particular de su mecenas, el editor milanés Giangiacomo Feltrinelli, quien había muerto carbonizado al intentar colocar una bomba en un poste de alta tensión, en el suburbio de Segrate, Milán, el 15 de marzo de 1972.

Anota Claire Sterling: "Quienes poseen la verdadera vocación para la violencia se han buscado unos a otros y los demás los han encontrado".

 

Los miembros de las "Brigadas Rojas" eran todos marxistas‑leninistas.

Acusaban el PC de  Italia de estar "burocratizado", y al stalinismo en general, de haber olvidado u omitido el conocimiento del "joven Marx", del Marx filósofo hegeliano de izquierda, anterior al "Manifiesto" y, por supuesto, a "El Capital". El Marx que servía para guiar el "socialismo de rostro humano".

 

También se declaraban deudores de la obra de Antonio Gramsci, un ex secretario general del PCl, que en tiempos del fascismo murió en prisión, y que, disintiendo con Lenin, había indicado que los comunistas debían conquistar antes la Sociedad que el Estado.

 

Eran, pues, heterodoxos, al modo de la moda "eurocomunista" predominante en Europa a fines de la década de 1960 (de la que derivó el socialismo "reformado").

Hasta contaban en sus filas ‑ como corresponde a toda guerrilla que se precie ‑ a algunos sacerdotes, como el P. Silvano Protto.

 

Y suscitaron la aparición de una tendencia política "ultra", la del Partido Radical (el cual, v.gr., no vacilaba en llevar al Parlamento como diputada a la actriz pornográfica conocida como la "Cicciolina").

Actitudes extremistas que permitían al PCl presentarse como "serio" y moderado", frente a estos ex comunistas tan rechinantes y asesinos.

 

Algo análogo a la conducta del PCCh con los "termocéfalos" de Altamirano o los miristas.

Es decir que, hacia las "Brigadas Rojas" (y la otra media docena de agrupaciones similares) podían derivar cómodamente toda la gama de trotskystas, maoístas, guevaristas, anarquistas e izquierdistas sueltos en general, y de seudo intelectuales, profesionales y estudiantes, en particular.

 

Incluso pedían aceptar en sus nóminas algunos aventureros, despreocupados de la ideología, y a quienes sólo conmovía el afán del riesgo y de la muerte que corrían y podían hacer correr.

En suma: una pintura muy semejante a la del MIR o los "Lautaros" chilenos.

 

Y bien: ¿cuál fue la conducta de la URSS ante esas formaciones terroristas heterodoxas (tanto las "Brigate Rose", cuanto sus afines)...?

Lo explica Claire Sterling:

 

        "Hay pruebas firmes de un cambio importante en la política extraoficial de los  rusos después de 1968. Oficialmente, siguieron mostrando un enorme desdén hacia un grupo de izquierdistas desordenados y pueriles que amenazaban la estabilidad cuidadosa­mente equilibrada del mundo, por no mencionar la paz mental de los partidos comunistas ortodoxos de la Tierra.

        Sin embargo, extraoficialmente, el Krem1in tomó un gran interés por los "aventureros" terroristas de todos los matices alarmantes".

 

Añade a continuación:

        “Nada era demasiado bueno para los "movimientos nacionales de liberación"  armados por improbables que resultaran en la geografía y la política, aun cuando estuvieran dominados por antiestalinistas declarados, o peor todavía, por trotskystas, a quienes se considera desde hace tiempo en los círculos comunistas conformistas como ritual­mente impuros, si no completamente locos.

        Casi todos los tipos de grupos guerrilleros armados, dedicados a destruir los centros vitales del imperialismo multinacional, han contado desde entonces con la simpatía discreta de Moscú".

 

Esto es: se les daba 1uz verde" para que, "por cuerda separada" de los PC, intentaran sus  golpes.

Quien tomó cartas en el asunto fue, naturalmente, Boris Ponomariev, jefe del "Depar­tamento Internacional del CC del PCUS".

Las cosas se plantearon de esta manera:

 

        "Esa norma (de colaboración) se consagró en 1971, mediante un artículo en "Kommunist" de Boris Ponomaríev, el director del Kremlin para los asuntos comunistas internacionales.

        “Aceptó que la Nueva Izquierda no era "homogénea ni desde el punto de vista ideológico ni el de la organización", puesto que abarcaba "diversos tipos de elementos aventure­ros", incluyendo "maoístas y trotskystas".

        “Sus miembros se veían aceptados con faci­lidad por la fraseología revolucionaria...    Sin embargo, su "dirección antiimperialista general es evidente".

        Por consiguiente, el desdeñarlos hubiera sido "debilitar la lucha antiimperialista..." y las perspectivas de un frente unido contra el capitalismo monopo­lista...

        Las perspectivas parecían especialmente buenas desde el punto de vista de Ponomariev, porque la suerte o la previsión había guiado la mano de los rusos antes de que se iniciara 1968".

 

Alude la autora a la espontánea y decidida colaboración que prestaron todos esos grupos  de aventureros" de la “New Left" a la campaña internacional contra los Estados Unidos con motivo de la llamada "ofensiva del Tet", de las tropas del General Giap en Vietnam del Sur.

La "contestation" de las formas de vida occidentales y la apología de los "vietcong" fue el punto de encuentro de las más variadas tendencias y agrupamientos.

 

Desde los "hippies" estadounidenses promiscuos, drogadictos a la marihuana, estrafalarios, sucios, objetores de conciencia al servicio militar y difusores de la "canción de protesta" en multitudinarios festivales "beat", que querían "hacer el amor y no la guerra", hasta los atrabiliarios estudiantes de la universidad parisina de La Sorbonne‑Nanterre, conducidos por Daniel Cohn‑Bendit, discípulos de Sartre, Marcuse, Althusse, Lacan, Adorno y otros "maestros de la Revolución Cultural", quienes desataron las jornadas destructivas del "Mayo francés", de 1968, en correspondencia con la aludida "ofensiva del Tet".

 

Todo ese mundo fantasmagórico y sicodélico, de los "rebeldes sin causa", fue organizado y catapultado contra “la sociedad de consumo", el "establishment", la "violencia institucional" y... el esfuerzo armado de los Estados Unidos en el sudoeste asiático.

 

Decantada la parte físicamente inservible de la morralla contestaría (¿contestataria), la ola subversiva dejó el residuo violentista, que era, precisamente lo que quería cernir de la ganga Ponomariev.

Con esos elementos, menos gastados por la promiscuidad, la holgazanería y la marihuana, y más ganados por el odio ideológico marxista, se organizaron y financiaron las 140 bandas terroristas que, a imitación de los "gangsters" de la "maffia", fueron premunidos de metralletas para realizar sus "hazañas" en todo Occidente.

Ya tendremos ocasión de examinar más en detalle el papel jugado por Cuba (junto a Corea del Norte, Yemen del Sur, Libia, Líbano y Nicaragua) en el trazado de esta red interna­cional terrorista.

 

Pero, para cerrar este pantallazo a la conexión guerrillera mundial que registra Claire Sterling, nos detenemos en un tramo de esa malla que nos toca más de cerca.

 

Alude la investigadora del tema a la "Junta Coordinadora Revolucionaria" (JCR), conducida por el cubano Fernando Luis Alvarez, de la DGI de Castro, y en la que se integraba el MIR chileno.

 

Explica que luego de su constitución el 8 de mayo de 1974, en París, tuvo que desistir de la ejecución del plan guerrillero "Tucumán" (por la provincia argentina de ese nombre), diseñado por el mexicano Armando Carrillo y el alemán Norbert Krôcher. Entonces se decidió utilizar esos elementos en Europa.

 

Dice Sterling:

 

        "La Junta se iba a Europa. Muchos de sus mejores guerrilleros estaban ya  refugiados allí y la consecuencia natural fue la constitución de una Guerrilla Latinoamericana en Europa.

        “Cuando su fuerza estuviera completa se suponía que la brigada incluiría a 1.500 terroristas latinoamericanos competentes.

        Cerca de la mitad de ellos se encon­traba ya sobre el terreno, dispersos por el continente europeo y el Medio Oriente.

        El resto los enviarían a Europa desde Cuba, algunos de ellos escogidos de entre los muchos profesionales, inactivos, en exilio en la isla, otros recién adiestrados por la JCR en una hacienda de mil hectáreas cerca de Guanabo (el campamento de instrucción de Guanabo se describe en "Economist Foreign Report", 23 de marzo de 1977)..."

 

Continúa la especialista dándonos datos sobre estos miristas chilenos, que se habían ido  de vacaciones a Guanabo:

 

        "La brigada tenía que hacer exactamente lo que se proponían Armando Carrillo y  sus camaradas mexicanos, junto con Norbert Krócher: establecer un enlace con el movi­miento terrorista europeo, crear una atmósfera de páníco en el continente mediante actos terroristas, liberar a prisioneros políticos y acumular un botín de guerra, principal­mente mediante rescates por secuestros y asaltos bancarios.

        Las operaciones iban a iniciarse en 1976.

        Los primeros países atacados serían Alemania, Italia, Gran Bretaña y Francia.

        La planificación estratégica se llevaría a cabo en el cuartel general de la JCR en París, donde "Francia, Tierra de Asilo", de Henri Curíel, proporcionaría la red de servicios.

        El santuario privilegiado de la brigada estaría en Portugal, donde la JCR celebró su primera conferencia pública de prensa en abril de 1975, para anunciar la apertura de sus oficinas en Lisboa y París".

 

Después, Claire Sterling entrega más precisiones acerca del "santuario" guerrillero europeo:

 

"Portugal era una elección práctica.

        En la primavera de 1975 parecía que el país iba a caer inevitablemente en manos de los comunistas.

        El movimiento de las fuerzas armadas se había estado inclinando mucho hacia la izquierda desde el golpe de Estado de abril del año anterior.

        El líder comunista Alvaro Cunhal, que llegó en vuelo desde La Habana cuando se desencadenó la revolución, parecía tener el ejército en el bolsillo.

        Tenía todas las razones para mostrarse amistoso con la JCR, que, en esa época, lo estaba cortejando.

        Acampados en unidades milicianas sueltas en la orilla meridional del río Tajo, había varios miles de defensores extranjeros de la izquierda revolucionaria portuguesa, incluyendo tupamaros, chilenos y cubanos

("Portugal: Revolution and Bak­clash", "Conflict Studies", NO 61, septiembre de 1975;)

 

        A muchos tupamaros y chilenos fuertemente armados, los arrestaron antes de que pudieran abandonar el campamento, cuando se destruyó el plan de los comunistas, en noviembre de 1975.

        Según se señaló, los cubanos fueron a reunirse con el primer contingente de su país en Angola, la ex colonia portuguesa, aterrizando allí en el curso de ese mismo mes).

 

"La nueva Brigada Latinoamericana en Europa iba a tener también un amigo especial en el embajador soviético Amold Kalinin. Designado apenas tres meses después del golpe de Estado militar en Portugal, el embajador soviético voló de La Habana a Lisboa el 9 de agosto de 1974. Antes de ello, había sido consejero de la embajada soviética en Cuba, donde, como representante dela KG8, debía estar familiarizado con la JCR.”

 

        "El cambio de clima político en Portugal ‑ el fracaso comunista ‑ modificó inevitablemente los planes de la JCR.

        Sigue funcionando desde París, Roma, Estocoimo y Madrid...”

        "Una operación temprana fracasó en Estocolmo, cuando la policía desbarató allí la Operación Leo de Norbert Krôcher.

        Las perspectivas en Roma se hicieron más oscuras cuando la policía desalojó y expulsó a una banda de buen tamaño... durante la búsqueda nacional para encontrar a Aldo Moro, en la primavera de 1978.

        “La red indispensable de servicio de Henri Curiel se descubrió y desbarató en París. Sobre todo, se evitó inesperadamente la toma del poder en Portugal del Partido Comunista inflexiblemente stalinista...

        “En el verano de 1979, Norbert Kròcher y Manfred Adomeit fueron enjuiciados

ante los tribunales alemanes y sentenciados, respectivamente, a catorce y doce años de cárcel.

        “En la cárcel Frankenthal, cerca de Mannheim, ocupan celdas apenas mayores que el ataúd que destinaban a Anna‑Greta Leijon, con ranuras angostas de iluminación.

        “Ninguno de ellos ha abandonado sus esperanzas de extender la guerra de guerrillas urbanas y desencadenar una revolución comunista".

 

En los medios locales no han faltado opiniones que sostienen que, después del llamado "desastre de Malloco" (16 de octubre de 1975), en el que estuvieron a punto de caer detenidos los máximos dirigentes del MIR (entre ellos Andrés Pascal Allende y Nelson Gutiérrez), y del que salvaron gracias a la complicidad de varios sacerdotes y religiosas, esta entidad terrorista amenguó sus atentados por dificultades internas.

Se pensaba que hubo una "retracción a las bases", hasta que planearon la llamada "Operación Retorno", en 1978.

 

En el tiempo intermedio habrían estado más o menos inactivos.

Como acabamos de ver, estos caballeros se mantenían en buen estado físico.

Claro que en ese momento despuntaban su vicio terrorista en la orilla meridional del río Tajo, y con vistas a extender sus correrías hasta Estocolmo.

Lo cual resulta por demás congruente con su “internacionalismo proletario".

Pero nada tiene que ver con esa argumentación de que habrían tomado las armas para "restablecer la democracia en Chile...

 

Y a propósito de la socorrida "democracia" de los "jóvenes idealistas", nos parece muy  pertinente aquí efectuar una pequeña digresión o complementación de lo antes traserito.

Se ha leído que uno de los protectores principales de los miristas chilenos instalados en Lisboa era el líder del PC portugués Alvaro Cunhal, al que "cortejaban".

Pues bien, por esa misma época ‑ agosto de 1975 ‑, la periodista de izquierda italiana Oriana Fallaci entrevistaba al secretario general del PCP.

Y a ella le decía Cuinhal:

 

        "A mí las elecciones no me importan. Nada. Absolutamente nada.

        “Lo que quiero decir es que las elecciones nada tienen que hacer o bien poco, con la dinámica revolucionaria.

        Le guste o no le guste a usted, les guste o no les guste eso a los socialistas (italianos).

        “Lo que quiero decir es que el proceso electoral es un complemento marginal de esa dinámica.

        Se trata de un proceso revolucionario ¿sabe?.

        Aunque se desarrolle paralela­mente a un proceso democrático burgués, que a veces coincide con los objetivos del proceso revolucionario, y a veces lo contradice...

        “El electorado burgués habla de leyes que se deben respetar.

        Pero en el proceso revolucionario las leyes se hacen, no se respetan.

        “No queremos una democracia como la de ustedes.

        Tampoco queremos un socialismo y ni siquiera un sueño de socialismo como el de ustedes.

        ¿Está claro?".

 

Eso estaba muy claro.

Y nadie podría creer que los 'Jóvenes idealistas" habían ido a los  campamentos de Punto Cero, Montes Pinares, Pinar del Río, Los Troncos y Guanabo, en la Cuba del super demócrata Fidel Castro, a tomar lecciones de derecho parlamentario.

Ni que el camarada Arnold Kalinin, de la KGB, los hubiera trasladado a Lisboa para que hicieran clases de constitucionalismo.

Son cosas sabidas.

Y tan antiguas, como aquella declaración de la Komintern, de 1920, en  que se definía como “la internacional de la insurrección proletaria universal”.

Conviene recordarlo, de vez en cuando.

 

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