PRIMERA PARTE
(…continuación) Títulos 4 y 5.-
Luis
Heinecker S
4.
GUERRILLAS
Claude
Delmas distingue la "guerra revolucionaria", estratégica, de la "guerra de gue-
rrillas", táctica.
La
guerra de guerrillas es antigua y la guerra revolucionaria es moderna.
La pequeña guerra (o guerra de guerrillas)
se
remonta a la resistencia española al Ejército de Napoleón (1809‑1812), y llega
hasta la acción de los "maquisard" franceses contra el Ejército Alemán
(1943‑1944).
Como
simple táctica, consistía en destacamentos pequeños que renunciaban a dar una
batalla general al enemigo, y optaban por atacar "en detalle" elementos aislados
del dispositivo contrario, retirándose luego a refugios seguros.
La guerra revolucionaria es una concepción estratégica, fundada
ideológicamente, y conducida por un partido.
En
Occidente aparece con los "partisans" (guerrilleros o milicianos) del General
Markos, en Grecia, hacia 1945.
El soldado ‑ ciudadano de las guerras clásicas es reemplazado por el soldado ‑
militante.
Y se procura la connivencia o la captación de la población por medio de un
procedimiento: el terrorismo.
Expone
Delmas que los antecedentes inmediatos de la acción de Marikos estaban en la
vecina Serbia, con las fuerzas
"partisanas" de Tito y de Mikhailovitch que operaron contra los alemanes:
“Tanto en uno como en otro
caso se trata esencialmente de una táctica, adaptada a
las
posibilidades sicológicas, geográficas o políticas, a cierta relación de
fuerzas, etc.
Al no poder responder a las
fuerzas asaltantes u ocupantes con medios suficientemente amplios, y poderosos,
el comando, utilizando todas las posibilidades locales, hilvana acciones
particulares".
A esos
factores de la guerrilla yugoslava se van adicionando elementos ideológicos,
extraídos de la doctrina leninista:
"Si bien toda concepción
táctica debe tener presente los sentimientos de la
población que utiliza o pretende utilizar, el elemento sicológico permite
establecer la relación entre la guerrilla y la guerra revolucionaría.
“Los medios son
aproximadamente los mismos, pero, en la guerra revolucionaria,
el elemento sicológico está dominado por
la ideología".
La
ideología es la marxista, de modo ortodoxo o heterodoxo.
La
técnica es la misma, indica Delmas. Es la táctica guerrillera, que el perito
soviético Frunzé llamaba "malaia voina" (guerra de guerrillas):
“Frente a los guerrilleros
«clásicos» o a los guerrilleros «revolucionarios», el
adversario se presenta siempre:
-
con
fuerzas organizadas que acaban por
ser superiores si el combate se prolonga más allá del máximo que
caracteriza a la acción local;
-
con una
articulación jerárquica establecida sobre el terreno mismo y que continúa fija
durante un período dado;
-
con
instalaciones fijas demasiado importantes como para ser disimuladas; con toda
una infraestructura.
“La guerrilla puede
entonces definirse como una táctica que
opone pequeños grupos sumamente móviles
a fuerzas masivas ‑ y por lo tanto menos móviles ‑ y que utiliza esta movilidad
para desorganizar la infraestructura del adversario.
“Esta táctica debe evitar
acciones que exijan medios tan importantes como para no poder ser sustraídos a
tiempo a las reacciones del enemigo".
Casi
podría decirse, simplificando mucho, que es un problema de impedimenta.
De modo gráfico: el guerrillero es un soldado que combate sin mochila.
Un
infante que lucha sin armas pesadas de apoyo y sin infraestructura logística en
el terreno. Porque se trata de pegar y huir, sin ser alcanzado. El ejército
guerrillero español, después de su victoria de Bailén, se olvidó de esta
condición básica y fue batido por los franceses en Somosierra.
Pero esa
técnica elemental, como decíamos, se va ampliando con otros datos extraídos de
las enseñanzas de los casos
contemporáneos.
Los
guerrilleros comunistas griegos de Marikos fracasaron cuando perdieron el
“santuario” yugoslavo (al romper Tito con
Por eso,
en la experiencia siguiente, la de Indochina, los combatientes "vietminh", de
Ho‑Chi‑Minh y el general Giap, se aseguraron el ocultamiento de las tropas y el
aprovisionamiento de armas en
Sus
sucesores "vietcongs", para operar sobre Vietnam del Sur ‑ luego de la partición
en Ginebra ‑ tuvieron tres santuarios: Vietnam del Norte, abiertamente
comprometido con ellos; Laos y Camboya, neutralizados.
En el
caso posterior de Argelia, el FLN tuvo el auxilio directo de Egipto y Túnez, y
el indirecto de Marruecos.
La
"base" cercana por tierra, o más distante por mar, se convirtió en cuestión
fundamental para este tipo de operaciones. También lo ha sido para las fuerzas
terroristas que no alcanzaban el nivel de "guerrilla" militar.
Ejemplos
típicos de lo dicho es el Pirineo francés para
Volviendo al caso de las guerrillas (ya "revolucionarias" por su conducción
ideológica), Delmas ejemplifica algunos
aportes técnicos con los hitos históricos:
“Las técnicas de la guerrilla son hoy conocidas gracias a las enseñanzas
extraídas de las guerras de Indochina,
confirmadas luego en Argelia: "camoufiage" de los combatientes y
del inevitable mínimo de instalaciones fijas, articulaciones jerárquicas muy
especiales, elección de los objetivos, etc...
“Tales métodos conducen siempre, sobre el terreno, a un combate de
infantería apoyado o no por armas pesadas.
Este combate es conducido por un elemento más o menos pequeño que, en el
momento de la acción, queda aislado y no puede esperar ayuda directa,
siendo el "desenganche", la retirada o la dispersión, sus únicas posibilidades
de salvación".
Aunque
antiguo, el método guerrillero sorprendió a sus adversarios, y obtuvo señaladas
victorias en Indochina y Argelia.
¿Por qué
... ?
Porque
las fuerzas regulares no estaban preparadas para combatir dentro de ese sistema
táctico.
Anota
Delmas:
“Cualesquiera que sean los medios materiales «clásicos» disponibles,
estarán en inferioridad porque sus
estructuras, su organización, su infraestructura no han sido concebidas para
las emboscadas, los golpes de manos, la subversión.
“
Sin
duda, podrían poner en acción todos sus medios, como, por ejemplo, sus armas de
destrucción masiva.
Pero para ello deberían aceptar exterminar importantes fracciones de la
población cívil, y confundir no‑combatientes y combatientes en
una "amalgama" que, curiosamente, procedería de concepciones comunistas”.
Tales son los postulados de la "partizancht‑china", o doctrina
guerrillera. Que no se estrenaron en Indochina, sino en China, por el Ejército
irregular de Mao‑Tsé Tung, en su
marcha desde Yenan contra las fuerzas regulares del Presidente
Chiang‑Kai‑Shek.
Mao
resumió su pensamiento en un célebre documento titulado:
"Una sola chispa puede incendiar la
pradera", en el que decía:
"Nuestra táctica es la
lucha guerrillera.
Consiste principalmente en
lo siguiente: dispersar las tropas para levantar las masas, y concentrar las
tropas para hacer frente al enemigo. Cuando el enemigo avanza, nosotros
retrocedemos; cuando acampa, lo hostigamos; cuando está cansado, lo atacamos;
cuando se retira, lo perseguimos...
“Movilizar la mayor
cantidad posible de gente, en el más breve tiempo y con los mejores métodos.
“Esta táctica es semejante
a la de manejar la red que en cualquier momento se tiende y en cualquier
momento se recoge.
“Tenderla para la conquista
de las masas, recogerla para la lucha con el enemigo".
Claro
que, como se aprecia, acá el método guerrillero está inficionado
¿influenciado? totalmente por la concepción estratégica revolucionaria.
Es una
red ideológico‑política de la que habla Mao.
De
manera similar, para uso latinoamericano, Ernesto "Che" Guevara sintetizó el
carácter del método guerrillero‑revolucionario.
Entresacando párrafos de sus obras, leemos:
“Todo es noctumidad. Amparados en el conocimiento del terreno los
guerrilleros caminan de noche, se
sitúan en la posición, atacan al enemigo y se retiran.
“No quiere decir esto que la retirada sea muy lejana al teatro de operaciones;
simplemente tiene que ser muy rápída del teatro de operaciones...
Muerde y huye,
espera, acecha, vuelve a morder y a
huir...
Las armas no existen de por sí, hay que tomárselas al enemigo; pero, para
tomárselas a ese enemigo hay que luchar y no se puede luchar de frente.
Luego, la lucha en las grandes ciudades debe iniciarse por un procedimiento
clandestino.... se recurre al sabotaje organízado y, sobre todo, a una
forma particularmente eficaz de la guerrilla que es la guerrilla suburbana...
la primera ley de la guerra es preservarse y destruir al enemigo".
Mucho
más se podría añadir sobre la táctica guerrillera.
Pero
creemos que con lo apuntado por Delmas y los otros autores citados ya queda
suficientemente esbozado el tópico.
Por
cierto que no agotado, puesto que tendremos que volver sobre él a fin de
reinsertarlo en el marco mayor de la guerra revolucionaria.
5.
NOVEDAD
Con lo
que llevamos expuesto, el lector común, o incluso el militar desinformado,
contará ya con un panorama, trazado a
vuelo de pájaro, de esta novedad bélica que supuso la guerra irregular.
No es
extraño que las personas acostumbradas a la imagen de las guerras
convencionales
‑ frentes definidos, tropas uniformadas, etc ‑ se asombren o
desconcierten al ver estos fenómenos novedosos.
No es extraño porque los propios profesionales de la guerra, afectados en
modo directo por el hecho, no terminaban de entenderlo.
El
Coronel Roger Trinquier, jefe de paracaidistas en Indochina y Argelia, ha
descrito esa situación mental de los mandos franceses ante la actividad bélica
de los irregulares.
Explica
que:
“desde la liberación de
Francia, en 1945.... el ejército francés no ha podido detener
el colapso de nuestro imperio, pese a que los esfuerzos que se han
realizado en ese sentido han sido realmente incalculables...
“Nuestro defecto consiste,
empero, en que persistimos en estudiar un tipo de guerra que no existe ya y
según el cual, posiblemente, jamás volveremos a pelear, mientras ponemos muy
poca atención a las razones que motivaron nuestra derrota de Indochina y en la
que vamos a experimentar en Argelia".
Continúa
Trinquier con su análisis:
"El resultado de esta poca visión es que
el ejército no está preparado
para hacer frente a un adversario que utiliza armas y métodos que
el propio ejército desconoce,
no teniendo, por tanto, la menor probabilidad de victoria.
"Es un hecho cierto que en Indochina, a pesar de contar con marcada superioridad
en material y tropas, fuimos derrotados.
“De una campaña a otra, nuestros generales trataron de llevar a Vietminh el
único tipo de guerra que conocían, en la esperanza de que la superioridad en
material les proporcionaría la oportunidad de alcanzar la victoria.
“Pero los del Vietminh siempre
supíeron eludir esas maniobras,
y cuando finalmente
aceptaron la batalla convencional que durante tantos años buscaron nuestros
jefes, fue únicamente cuando ya tenían ventajas de fuerzas para derrotamos.
“Eso fue lo que ocurrió en Die Bien Phu en mayo de 1954.
"En Africa del Norte está ocurriendo lo mismo.
"A pesar de lo que digan las estadísticas, nuestro ejército está empleando,
salvo alguna que otra excepción, la misma táctica. Es decir,
trata de obligar a combatir a nuestro
modo a un ejército que
constantemente nos elude.
Por eso, a pesar de los resultados obtenidos, no podemos reclamar victoria,
porque, en definitiva, no
destruimos al enemigo, sino que más
bien /o dispersamos.
"La inhabilidad del ejército de adaptarse a los cambios que requieren las
circunstancias ha traído duras consecuencias.
“En primer término, brindamos la impresión de que nuestros adversarios, que
representan tan sólo una fuerza
débil, son invencibles y, por tanto, que tarde o temprano
tendremos que aceptar sus condiciones de paz.
Y esto, lógicamente, alienta la difusión de ideas muy peligrosas que, a la
larga, son generalmente aceptadas".
“Tratar de obligar a combatir a nuestro modo a un ejército que constantemente
nos elude".
He ahí
el drama insoluble de muchos que han tenido, por razón de su cargo, que
enfrentar los actos guerrilleros.
No sólo
el (drama) de los militares anticuados que pensaban que con los tanques en la
calle y en operaciones podían ganar esas batallas. También el de los civiles que
creían que con las normas de los códigos penales, ejercitadas por los jueces del
crimen y la policía común, bastaba para colocar en vereda a esos transgresores
del orden jurídico.
Y el de
los políticos obsoletos, quienes, como no habían recibido una notificación
protocolaria de una declaración de guerra, se negaban a admitir que vivían en
una situación bélica, tanto o más violenta que las de las conflagraciones
convencionales (donde ya, por otra parte, tampoco se estila el envío de una
declaración formal de guerra).
Todos
ellos intentaban que la guerrilla
"combatiera a su modo".
Esclerosis mental. Incapacidad para interpretar los cambios que se registran en
la historia.
Pereza
intelectual, para no realizar los esfuerzos de adaptación a las nuevas
circunstancias.
Y
cobardía moral (independiente del valor físico), para afrontar las
responsabilidades de sus cargos, aceptando todos los riesgos inherentes al caso.
Esos, y
no otros motivos, fueron los que contribuyeron a edificar el mito de la
"invencibilidad" guerrillera.
A fin de
desmitologizar el fenómeno había que comenzar por el principio. Por el
conocimiento de los principios que regían la acción enemiga.
Es
decir: por las normas de la "guerra
revolucionaria".