PRIMERA PARTE
(…continuación) Título 13.-
Luis
Heinecker S
13. GUERRA SICOLOGICA.
SUBVERSION DESMORALIZADORA.
Acabamos
de ver que
No se
interesa tanto por una victoria en el terreno cuanto por un impacto en la mente.
Su
ideología, el hegeliano‑marxismo‑leninismo, es idealista, subjetivista,
inmanentista.
Repudia
lo real evidente. Para ella "todo lo racional es real". Pero su racionalismo
cede
ante su voluntarismo. La "Revolución", en cualquier circunstancia y a
cualquier costo, es hija de Lenin, no de las "condiciones objetivas de la crisis
del capitalismo" que teorizara Marx.
Por eso,
mucho más que con la economía tiene que ver con la sicología. Con las técnicas
de acción sicológicas. No desinteresadamente, desde luego. No se contenta con
estudiarlas. Quiere aplicarlas.
Es su "praxis" revolucionaria. Hay un propósito definido.
Subvertir la sociedad.
Socavar
la autoridad.
Provocar
la ingobernabilidad, la desobediencia civil.
Desmoralizar a gobernantes y gobernados.
Para
alcanzar el poder a menor costo. Esas técnicas se llaman 1ntoxicación",
“agitación" y "desinformación". Todas destinadas a engañar a la opinión pública.
El
leninismo es un método de conquista y mantención del poder mediante la
sistematización de la mentira.
"La
biografía de Lenin que Trotsky dejó sin terminar señala la diferencia entre los
dos
hermanos Ulianov: por una parte está Alexander, miembro de
Alexander jamás pudo decir una mentira, y cuando se le preguntó qué era lo que
peor lo hacía sentirse, respondió: "La mentira y la cobardía". A lo cual
Trotsky, defensor de la mentira revolucionaria y posteriormente víctima
de ella, comentó:
"Qué lástima, siente uno la tentación de añadir. En una lucha
social implacable, una mentalidad así lo deja a uno políticamente indefenso"
(Zeev lvianski, "El problema moral, Algunos aspectos del terror individual",
en: David C. Rapoport, op. cit., p. 19).
La
"Revolución" no se ha inspirado en Alexander Ulianov, sino en Vladimir llich
Ulianov, alias "Lenin". Vladimir consideró que el error de su hermano fue el
decir la verdad. El optó por lo que llamaba la "flexibilidad".
"La
propia «flexibilidad» de Lenin se pone de manifiesto en un breve diálogo entre
el líder soviético y el Dr. Isaac Steinberg, que fue jefe del Partido Social
Revolucionario en Rusia.
El Dr.
Steinberg relata su discusión con Lenin a raíz de la implantación de rigurosas
medidas adoptadas por la policía secreta después que los bolcheviques asumieron
el poder.
El Dr.
Steinberg descargó su cólera ante las injusticias que se estaban cometiendo e
interpeló a Lenin sobre por qué los comunistas se molestaban en llamar a la
oficina responsable "Departamento de Justicia". "¿No sería mejor llamarlo lisa y
llanamente "Comisariato para la exterminación social'', preguntó.
A lo
cual Lenin accedió sonriendo: "Así es exactamente, pero nosotros no podemos
decirlo"
(lsaac N.
Steinberg, 1n the Workshop of the Revolution", New York, Rinehart, 1953, p.
145; cit. por: James D. Atkinson, "Política de
Lo que
valía para
Durante
el II Congreso de
En esa
ocasión, el 30 de julio de 1920, dijo que Crispien estaba equivocado al
pretender distinguir la violencia del terror.
Contra
los burgueses, dijo, "estamos obligados a practicar la violencia y el terror.
Desde luego, no hay necesidad de declarar con anticipación que
inexorablemente recurriremos al terror".
("Obras Completas", Bs. As., Cartago, 1960, t. XXXI, ps. 237‑238).
No
decirlo: hacerlo.
Y,
mejor: decir lo contrario.
Fraude.
La "gran
estafa".
La
guerra que llaman "paz".
La
esclavitud que denominan “liberación".
La
tiranía que titulan "democracia popular”. Etcétera.
Bien.
Esto es cosa sabida.
Los
primeros en saberlo, naturalmente, son los comunistas, Y
los últimos, las víctimas de su acción sicológica.
Para los
comunistas no hay amigos.
Existen
sólo enemigos, a destruir.
Y los
dividen en dos categorías: los
"fascistas", esto es aquellos que no se dejan seducir por su propaganda, y los
“idiotas útiles", que creen en sus dichos.
Nosotros
hemos tenido la suerte que, de entrada no más, nos ubicaran en la primera
categoría.
Un
periodista francés de izquierda, colaborador de "France‑Observateur" y
"L'Express", de París, para nada benévolo con el Gobierno Militar chileno,
describía la condición mitológica en la que lo habían colocado los comunistas.
Dice Jean‑Francois Revel:
“…El grito de «¡Pinochet!
¿Pinochet!» exorciza los demonios, todas las Camboyas del mundo, todos los
Afganistanes, todas las Etiopías, todas las Checoslovaquias, todos los Tibet.
“Desde que los coroneles
griegos nos han dejado es casi el único que está en primera línea para soportar
el peso del servicio sicoterapéutico de la culpabilidad de las izquierdas...
“La virulencia particular
de las pasiones que se oponen al examen del asunto chileno se deben a que
Pinochet cumple una doble función:
-
ocultar
las causas, que fueron ampliamente intrínsecas, del fracaso económico y político
de una experiencia socialista;
-
acreditar el mito de que los Estados Unidos han instalado a Pinochet en Chile
exactamente como
Salvar la utopía y
preservar la leyenda de la equivalencia de los imperialismos no puede
obtenerse en este caso más que al precio de una reconstrucción falaz
del pasado, arte en el que el marxismo‑leninismo ‑ y Orweil lo dijo hace
mucho ‑ destaca porque nutre su poder"
("Cómo terminan las democracias",
Barcelona, Planeta, 1984, ps. 304 ‑ 305).
Nos
atribuyeron ese papel por el pecadillo que apunta Revel, de habernos "adelantado
a los grupos armados castristas".
Por
haber interrumpido la ingestión del bocado chileno, que ya tenían a medio
tragar. Pecado nefando,
imprescriptible.
Que nos
mandó al infierno "fascista" en el Index del Kremlim. Decididamente, no nos
consideraron aptos para consumir la propaganda revolucionaria.
Como
antes, dejemos nuestro caso aparte, y veamos cómo funcionan los mecanismos
sicológicos de las artes subversivas.
Y,
conforme al método que hemos adoptado, sigamos en este terreno a un especialista
en la materia.
Leamos
el libro del estudioso francés Roger Mucchíelli, titulado "
(Bs.
As., Cruzamante, 1981).
La
subversión, o inversión del orden establecido, es una técnica de "debilitamiento
del poder y de desmoralización de los ciudadanos".
Sediciosa, pero, más insidiosa. Que procura que el adversario deje de combatir
por sí mismo. Una táctica de perfidia, que viene de los tiempos más remotos.
Ya
Filipo de Macedonia, padre de Alejandro Magno, la usó contra Atenas, con sus
célebres "Filípicas", para desacreditar el poder enemigo y derrumbarlo por la
fuerza de la opinión.
La
utilización del rumor, del chismorreo, a fin de socavar la autoridad, es
antigua. Voltaire, con sus
panfletos, en el siglo XVIII, fue un maestro de la cuestión. "Mentid, mentid,
que algo quedará!", era su lema, en su lucha con
Esa
subversión preparó
Tales
procedimientos arteros han sido reelaborados "científicamente" en los tiempos
contemporáneos por dos artistas del engaño.
Durante
Lo usual
era la propaganda "blanca", que buscaba desmoralizar al enemigo desde "afuera",
con datos más o menos ciertos.
Pero un
alemán, el Dr. Joseph Goebbels, y un inglés, Sefton Delmer, habían leído el
libro del coronel Blau "Propaganda ais Waffe" (La propaganda como arma de
guerra). Se especializaron en el problema de 1as condiciones de credibilidad de
las informaciones tendenciosas".
Radio
Sttutgart, manejada por el Ministro de Propaganda de Hitler, efectuó acción
sicológica sobre las tropas francesas, saboteando la retaguardia con noticias
desmoralizantes y pacifistas.
Delmer,
por su parte, consideraba que los programas del "Comité Alemania Libre" de
Por eso
creó la "radio negra": "Soldatensender Calais". La emisora del "soldado alemán"
se presentaba como una emisora clandestina de grupos de
Sus
tácticas, dadas a conocer en el libro "Operación de la radio negra" (París,
Flammarión, 1965), han servido de fundamento a los estudiosos leninistas de la
guerra irregular.
Así, en
1970, operaban, v.gr.:
-
desde Argelia la "Radio Portugal Libre",
-
desde Bulgaria "Bizin Radio", dirigida por los
comunistas griegos,
-
"Tirol Libre", contra Italia,
-
una radio kurda, operada contra Irán desde Alemania
Oriental,
-
"España Libre", desde Checoslovaquia, etc.
Una
variante del mismo método, con emisiones radiales o televisivas, fueron las
ondas
"piratas", que se superponían a la frecuencia o longitud de onda, para
pasar mensaje subversivos.
Y, en
este sentido, los chilenos no necesitan ser ilustrados especialmente, puesto que
conocen las prácticas de Radio Moscú en operaciones nocturnas, con
locutores chilenos comunistas.
Lo dicho
sobre los medios de comunicación es tan sólo un ejemplo de cómo actúa
Roger
Mucchielli parte del punto de la transformación de la concepción de la
"Revolución" por Lenin. Indica él que Marx tenía una concepción materialista y
crítica de
No creía
en milagros, y esperaba a que las "condiciones objetivas" estuvieran dadas. Esto
es, que existiera una crisis económica y social que generara el descontento de
la mayoría de la población, sobre el que se apoyaría la sublevación general.
Lenin y
Trotsky cambiaron eso, con el voluntarismo revolucionario. ¿Cómo?
"La revolución se las
arreglará sin su justificación, ella se las arreglará sin el análisis
socioeconómico y sin sus condiciones objetivas, se hará con el acuerdo del
uno por mil de la población, porque las técnicas sicosociales y la
utilización de los "mass media" permiten lo que parece imposible" (op. cit.,
p. 33).
El
leninismo dejará a un lado "Das Capital”, y buscará en el tratado "De
Lenin
desarrolló su teoría sobre la conducción de la guerra "no tradicional", por
"todos los métodos de lucha", particularmente los considerados "pacíficos", o
de "vía no armada".
Inspirándose en Maquiavelo, juzgará que todos los medios para la conquista del
poder son buenos o "virtuosos".
En lugar
de las "condiciones objetivas", examinarán los fluctuantes "estados de ánimo" de
una población.
Conclusión: "se puede y se debe, entonces, "trabajar" a nivel sicológico,
jaquear al miedo y al respeto, crear en unos la
agresividad y en los
otros la complicidad".
La
inducción revolucionaria puede ser integral, siempre que los mitos y las
técnicas sean los adecuados.
Dentro
de los llamados "modelos revolucionarios", el caso chino no ha sido seguido en
Latinoamérica. ¿Por qué? Porque Mao Tsé‑Tung y Chu‑Teh exigían el apoyo real"
del campesinado. Tarea difícil, que demandó una “larga marcha", una "guerra
prolongada" de varios lustros.
De ahí
que
Más
próximo se halla el caso de
"El desencadenamiento de la
revolución debe crear una sícosis de miedo e inseguridad entre los
europeos y clamar al mundo la voluntad de independencia de Argelia", decía Ben
Bella.
Krim precisaba: “Nuestros
recursos no son poderosos. Hay que compensar
esta
deficiencia material con la importancia de los objetivos. Si atacamos a las
Fuerzas Armadas, si incendiamos los depósitos, sorprendemos a la imaginación
de las autoridades y de los europeos, que se dirán: "ellos no retroceden
ante nada".
El pueblo sabrá que estamos
decididos a ir muy lejos. La acción sicológíca, el día de la insurrección
será lo más importante. No
olviden esto".
De esta forma, la espera
debe ser evaluada únicamente en función de su carácter espectacular.
Además, debe ser conocida por todos, y es aquí donde entran en juego los "mass
media" (op cit., p. 40).
Con 100
hombres, el 2 de noviembre de 1954, causaron 7 muertes, que fueron amplificadas
por los órganos de prensa.
Eso marcó los operativos ulteriores son una “campaña de
intoxicación" de la metrópoli francesa. Se consiguió que el desprevenido
Ejército francés movilizara un enorme dispositivo militar, inadecuado, para una
represión frustrada, con lo que
se obtuvo el ridículo hacia la autoridad y el mito de la invencibilidad
guerrillera.
Estaban
en marcha los procedimientos terroristas que luego se verían florecer por todo
Occidente.
El caso
cubano también es paradigmático.
Conforme
a las teorías revolucionarias, divulgadas después del hecho, debía haber
existido un "plan del Movimiento 26 de Julio para un desembarco de la vanguardia
guerrillera” que provocaría el levantamiento campesino contra el gobierno de
Batista.
Eso dice
la teoría.
La
realidad fue muy otra. No había planes. El desembarco del Granma, del 2 de
diciembre de 1956, fue un desastre. Y nunca fue una guerra "campesina".
Fue una
guerrilla de profesionales y estudiantes universitarios que operó en un medio
rural (
Lo
principal es que supo aprovechar al máximo la publicidad que le brindó la
burguesía cubana (del Partido Ortodoxo de Prío Socarrás), venezolana y
norteamericana (las famosas entrevistas del periodista del New York Times,
Herbert Matthews, v.gr.).
Las
fotos de los "barbudos" con escapularios al cuello, y acotaciones de que se
trataba de émulos de Robin Hood, románticos y demócratas, valieron más que todas
las pocas acciones de Fidel Castro contra el ejército de Batista (venal, y, por
tanto, sobornable).
Como
fuere la realidad, lo cierto es que los “tres modelos depurados de las
condiciones históricas reales de su éxito participan en la construcción del
"modelo" internacional". (op. cit., p.43).
Con esos
modelos se mueven los técnicos de
Tal cual
lo expone Régis Debray en su "La longue marche":
“para hacer
Ese
pequeño núcleo no se pone, por cierto, a esperar que aparezcan las "condiciones
objetivas".
Sin
soporte histórico, ni masas en rebelión, se las arreglan con la técnica del
golpe de Estado.
Punta de
lanza, se entrenan "según todas las reglas del arte", dice Debray.
No es
rural, supervivencia de la imagen tradicional, arcaísmo.
Es urbana, porque en la gran ciudad "es fácil esconderse", "es más fácil
conseguir dinero, operando por medio de asaltos", "el secuestro de autoridades y
los atentados contra los ciudadanos importantes son más fáciles", la publicidad
de estas acciones (indispensable) está mucho más asegurada", y, por fin, "en la
ciudad se pueden utilizar muchos "marginados", se encuentran allí "como los
peces en el agua"; ciertos estudiantes en particular, que no resisten la marcha
por la montaña, están muy a gusto en las veredas y corredores.
Esta "urbanización" de la guerrilla tiende también a la elección de los
intelectuales como reclutas".
Como se ve, "no se necesita un ejército popular para lograr la toma del poder.
Es la subversión la que pasa a primer plano".
La
guerrilla articula la subversión con los siguiente tramos:
‑
La guerrilla
crea el "clima sícológíco", a través de sus acciones, que deben se
espectaculares, engendra el terror, el pánico mudo; incorpora también a
los oportunistas que apuestan" a su triunfo y la subvencionan. Este efecto es,
por supuesto, obtenido por la emisoras de la "mass media" que aporrean a la
opinión pública nacional e internacional y
dan
cuerpo a la creencia de la existencia de un ejército de liberación poderoso e
inasible...
-
La guerrilla crea la agitación general y, si es posible, la
anarquía... La intoxicación por los "mass media" subraya la impotencia del
gobierno, favorece la impunidad...
‑
La guerrilla
provoca la reacción represiva... y la indignación de la opinión pública.
Esta acción permite, siempre por las repetidoras de, los "mass media",
desprestigiar a la autoridades y sus auxiliares y "denunciarlos" como
opresivos‑ represivos.
De este
modo, dice Roger Mucchielli,
"con un minúsculo aparato
de partido, pero con un consumado arte del manejo sicológico, se desarrolla la
empresa revolucionaria voluntarista.
La violencia sirve de
detonador a un explosivo mucho
más potente que es la subversión misma, orquestación, amplificación y
canalización de los efectos, en sí mismos mínimos, de la violencia.
“Como,
finalmente, la opinión pública es lo que
cuenta, son las reacciones de la opinió pública con respecto al gobierno
(que hay que abatir) y de la sociedad (que hay que destruir) las que permiten
extender la misión de la subversión..." (op. cit., p. 49).
Esta
fase revolucionaria, la subversión, es pura destrucción. Aunque su objetivo
estratégico es la toma del poder, en este momento táctico no se interesa por
programas o plan de gobierno.
Los
propósitos inmediatos son los siguientes:
A) Desmoralizar
a la nación atacada y desintegrar los grupos que la componen. Es decir,
aniquilar el valor, disolver el vigor mental, inyectar la duda.
Como
dice Jacques Ellul, “lograr que el
enemigo pierda la confianza en la justicia de su propia causa, de su patria, su
ejército, de su grupo.
El hombre que se siente culpable pierde al mismo tiempo su eficacia y el sentido
de su lucha". Se le crea la impresión de su "soledad", de su aislamiento
internacional. Se lo exhibe como "ridículo", objeto de risa. Se le predica que
el combate será "eterno". Que tiene enfrente a un ejército "duro" decidido a
todo "hasta la victoria, siempre".
Con el arte de la discordia, por último, se le hace creer en la “inutilidad de
su lucha".
B)
Desacreditar a la autoridad, sus defensores y los ciudadanos
importantes de la nación o el grupo que hay que destruir. Esto es: se busca
romper el consenso de respetabilidad de los engranajes estatales; rebajar la
autoridad moral del Estado, incitando a la irrespetuosidad y a la "desobediencia
civil".
C)
Neutralizar
las
masas para impedir toda intervención espontánea general a favor del orden
establecido.
Apabullar e inhibir a las masas, desde que no se necesita la rebelión o
participación activa del pueblo. Ese es un objetivo real, que contraría la
propaganda acerca de la "movilización de las masas".
Explica
Mucchielli que "el pueblo" al que invocan y hacen referencia los agentes
subversivos, no es más que un
mito que utilizan, un
justificativo puramente
verbal, un argumento
para manejar la opinión pública.
La
estrategia fundamental de la subversión es la de obtener la
apatía popular, la inhibición, la no intervención, el silencio
de la gran mayoría". Esta fatiga mayoritaria se consigue con la generación del
sentimiento de aislamiento y de impotencia de los partidos políticos capaces de
oponerse al golpe de Estado; con la privatización e individualización de los
ciudadanos, que con el miedo colectivo, el pánico mudo, se niegan a declarar, a
denunciar, o tan siquiera a informarse adecuadamente de lo que está pasando.
D)
Explotar
los Derechos universales de la persona humana y los ideales de la
conciencia moral común.
A través de mitos se crea un clima contagioso de la “indignación de la persona"
hacia supuestas violaciones de los derechos humanos.
Los subversivos, por supuesto, no creen en tales derechos y valores.
Se apoderan de esa temática para fabricar un dualismo maniqueo, donde el "mal”
es el gobierno, enemigo de la "vida", injusto por naturaleza y tirano por
vocación, y el bien son ellos, los "combatientes de la libertad, de la vida, de
la justicia, de la democracia, de la paz, etc.".
Aquí se extrapola el chismorreo y el comadreo, con técnicas codificadas.
Ejemplos:
D.1.‑ «Lo humano».
Hay que
encontrar acentos
desgarradores
para evocar la existencia y los objetivos de los grupos terroristas...
El culto
de la emotividad, de la sensibilidad, de la piedad y del amor al prójimo...
están al servicio de los asesinos.
Los
grupos subversivos serán siempre presentados como
"desesperados" y en
lo posible como “Víctimas".
Ellos combaten siempre por "un ideal humanitario" que
nos “interpela" y nos “emociona”.
Inversamente, la represión o la defensa que se ejerza contra los grupos
terroristas o subversivos serán
siempre denunciadas como
"intolerables" desde
el punto de vista humanitario.
Se
apelará entonces a
“la conciencia", "al corazón", de los ciudadanos para
reprobar todo arranque de autodefensa.
Uno de
los mejores
trucos inventados en esta dirección por los grupos
terroristas fue la
"violencia humanítaria",
así el producto del robo será distribuido a los habitantes de una villa de
emergencia, y esto siempre con gran cantidad de publicidad gracias a los “mass
media".
La
conciencia de la gente honesta vacila. La duda está destilada. La mayoría
silenciosa se hunde en su desconcierto. Buenas personas son conquistadas
por “la generosidad de los ladrones".
Cuando
la acción subversiva es muy difícil de transformar en valor universal, trata
de provocar un movimiento espontáneo de indignación;
"voces autorizadas" explican que se
trata de actos de "elementos incontrolables".
Les
resta, evidentemente, el recurso de invertir la situación e insinuar que se
trata de una
"baja provocación policíaca"; los verdaderos agresores no pueden encontrarse más que
del lado de la autoridad.
D.2.
mejores
éxitos de los agentes subversivos y sus profetas.
En esta
tarea se distinguieron los mayores personajes de la intelligentzia
"comprometida": Sartre, Marcuse, Foucault (del Colegio de Francia), y sus
discípulos.
El
principio es la definición de la violencia como
contraviolencia, como justa respuesta a una violencia anterior
(que viene de la sociedad) aunque ésta sea inoperante.
Esta
inversión utiliza el esquema de la “legítima defensa" y la imagen popular del
Justiciero de las historietas."
Dado que
la agresión es una "justa reivindicación", es evidentemente el agredido el
que, si se niega a ceder, será culpable y es a quien los comentaristas,
en los "medios bien informados", juzgarán como
"de una intransigencia intolerable que
desalienta a los interlocutores".
D.3.
Por
esto, la libertad es definida contra la autoridad y la sociedad.
Por esta
astucia, todas las acciones antisociales serán cubiertas por el ideal de la
libertad" (op. cit., ps. 65‑66).
E). Autojustificar
los actuales o eventuales actos de violencia. Lo que significa la justificación
del asesinato.
Se
encapsula
Al mismo
tiempo, como el enemigo es presentado como un secuaz de Satanás o un criminal de
guerra, el guerrillero se autoconvence de que él representa la conciencia moral
de
Tanto o
más que sobre los terroristas este tipo de propaganda resulta eficaz con las
"almas nobles", los pánfilos y utopistas que adhieren desinteresadamente a la
causa revolucionaria. Estos son usados como escudos protectores, como biombos
cobertores, ante las autoridades y la opinión pública.
F.). Contagiar de la subversión y crear una reacción en cadena.
La
impunidad guerrillera le atrae la adhesión de los rebeldes natos, aunque
carezcan de formación ideológica.
Los que
ansían la revancha por sus inferioridades orgánicas o funcionales:
"Pero, además, se acercan
los agrios, los desafortunados, los humillados y los inferiorizados con ganas
de tomarse la revancha, los perseguidores perseguidos y otros paranoicos y la
masa de sicópatas en estado de
agresividad crónica contra los demás...
Los siguen con placer...
los adolescentes en período de crisis de oposición, muy contentos de gritar su
odio a todos los valores "gerontocráticos..." y se les unen otros tantos
"adolescentes prolongados" que no aceptaron jamás entrar en la vida.
Todos los violentos
trabajando por su cuenta se enardecen y se multiplican... ', (op. cit., p. 70).
En tales
resentidos personales
A todos estos objetivos es funcional y fundamental la colaboración de los
"medios de
comunicación de masas" ("mass rneclia").
Sin su
complicidad no hay subversión posible. De ahí que se alimenten los "medios" con
diversos materiales.
Una de
esas fuentes son las acciones violentas de la guerrilla en el territorio
nacional. Otra, las informaciones provenientes del exterior acerca de hechos
análogos.
Una
tercera, la crítica de los errores y equivocaciones de la autoridad nacional.
Y una
cuarta, la propaganda adversa a gobiernos extranjeros que soportan una embestida
guerrillera similar.
De este modo se produce una sinergia funcional entre ambos recursos: los
hechos reales y su manipulación y amplificación publicitaria. De ambos, no cabe
duda que el segundo es el principal.
Más importante que la conducción de las operaciones militares es el
manejo de la opinión pública acerca de ellas, tal como se comprobó ya en la
guerra de Argelia.
"Sin los
«mass media» ‑dice Mucchielli‑ ningún voluntarismo revolucionario tendría la
menor posibilidad de triunfo".
Al
respecto, hay que advertir un fenómeno intrínseco a los "medios". El
"apetito" de novedades informativas de los "medios" (TV, radio, prensa,
cine) es devorador.
Pues
bien, la subversión necesita de ese apetito.
Sus
"huelgas de hambre", sus "conferencias de prensa salvaje", sus "emisiones
piratas", sus "comunicados", sus "filmes documentales", etc., van directamente
encaminados a satisfacer el afán noticioso de los "mass media":
"Siempre y en todas partes,
los periodistas y reporteros televisivos son invitados y encuentran como por
arte de magia las "guaridas" de los guerrilleros donde los mínimos detalles han
sido calculados para dar a la "entrevista" un carácter espectacular destinado a
la opinión pública.
Los atentados terroristas,
cuyo fin, como dije antes, es únicamente
publicitario, son inmediatamente "reivindicados" por cartas o llamados
telefónicos a los periódicos, radios o canales de televisión.
El buen público descubre
así, sumido en el pánico mudo, las "organizaciones" de terroríficos nombres
("Brazo de
Todos los órganos de los
"mass media", en nombre del deber de informar, se ponen en movimiento y
se enajenan para difundir la noticia, martillando siempre en el mismo sentido a
la opinión pública, creando íntegramente el clima deseado por la
subversión" (op. cit., p. 77).
Esto es
una regla general, que se aplica a toda clase de órganos de prensa. A ese fin,
la subversión divide los "medios" propios de los extraños.
Así,
pues, distingue estas clases:
‑
Periódicos
publicados por los grupos de acción directa. Restringidos, encaminados por lo
común tan sólo a dar ánimo a los guerrilleros.
‑
Periódicos y
revistas de gran difusión que participan directa e intencional mente en la
acción subversiva. Con artículos, con reportajes, con gacetillas de prensa
preparadas por los guerrilleros, etc. Se caracterizan por la información
tendenciosa que proporcionan. Roger Mucchielli expone algunos de los
procedimientos que usan:
1) la noticia
absolutamente falsa,
para cuya verificación el auditor o lector no tiene
ninguna
referencia. El desmentido puede, por otra parte, ser proporcionado ulteriormente
sin perjudicar el efecto de la primera noticia,
2)
la
selección de informaciones,
una por una verdadera, pero elegidas con una misma intención,
3)
la mezcla
de informaciones verificables y de informaciones subversivas,
4)
el
comentario "orientado" después de una información verdadera,
5)
el
montaje de una información verdadera que puede ser probada
concretamente,
en un
contexto que le cambie el sentido,
6) la información
incidental tendenciosa,
proporcionada sin darle importancia, en el
curso de
una información que tiene un objetivo totalmente distinto,
7)
ampliación y desfiguración
de una
información verdadera de modo de suscitar
sentimientos exagerados en el lector o auditor,
8)
repartición desigual
de la extensión y calidad de las informaciones en pro y en contra, a
beneficio del aspecto elegido para orientar al lector o auditor (ej.: gran
publicidad dada a una represión y débil a la provocación),
9)
“'Vestido"
de una
información subversiva con un hecho real,
10)
información
sin conclusión pero hecha de tal forma que el lector o
auditor saque por sí mismo la conclusión
que se impone" (op. cit., p. 79).
Este es
el "Decálogo de
Vladimir
Volkoff, en su célebre novela
"Le montage" (París, 1982), ha dado los principales
ejemplos de cómo funnciona este sistema comunista de "propaganda indirecta".
Entre
otros, efectuar una entrevista e TV a dos personajes políticos, uno marxista y
otro anticomunista, a fin de mostrar “ecuanimidad" y "equilibrio informativo".
Claro
que estas personalidades han sido bien seleccionadas.
El
marxista es lúcido y perspicaz.
El otro,
un majadero.
Al
primero se le preguntan las cosas que cuentan.
Al otro
sólo se le da intervención en aspectos irrelevantes. En todo caso, si llegara a
proferir alguna expresión preocupante para la causa revolucionaria, siempre
queda el recurso de la interrupción del locutor, aduciendo razones de espacio o
avisos comerciales, o el corte liso y llano del "tape"...
-
Periódicos, revistas y emisiones de gran difusión que
son
"neutras".
Acá la
operación quiere de mayor sutileza.
Como en
el ejemplo antes dado, se busca que concedan “igual parte” a las "diversas
tendencias de la opinión", aunque una represente la tendencia del 95% de los
ciudadanos y la otra al 1 por 1.000.
Que la
lectura de un fallo judicial condenatorio de un terrorista cuente con igual
espacio que la de la filmación de un panfleto contra la sentencia distribuido a
la salida de los tribunales.
-
Periódicos, revistas y emisiones de gran difusión que
están "contra" las empresas revolucionarias.
Se
entiende que no sean "fascistas", puesto que a estos anticomunistas sólo se les
distribuyen bombas.
A los
demás, lo que se les pide es que destinen gran espacio a las noticias
subversivas, aunque sea para atacarlas.
Que
hablen del asunto, aunque sea “en contra". Ya que sin publicidad la subversión
no puede vivir. Su mundo, en gran proporción, está “en las imágenes" de las
cosas, no en las cosas mismas.
En el
"discurso" sobre la realidad, no en la realidad en sí.
Más que
el éxito de la emboscada tendida a las fuerzas de seguridad, se confía en las
imágenes televisivas inductoras de descrédito para las autoridades, y de
indignación del público por los errores que la represión pudo cometer ante
aquella emboscada.
Porque
la lucha subversiva se libra en la mente de la gente, en los juicios colectivos
ya veces inconscientes de la opinión pública. A ese efecto, hasta el periodismo
anticomunista puede servir a la empresa comunista.
En su
estudio del tema de la guerra sicológica, el autor que seguimos analiza a
continuación una serie de técnicas particulares de la acción subversiva.
Examina
primero las técnicas sobre la opinión pública. Todas ellas destinadas al
cultivo de la indignación.
(Primera técnica especial)
La
primera, la organización del descrédito de las autoridades establecidas.
Al
respecto, algunas técnicas usadas son las siguientes:
-
Elaborar la imagen del poder como
opresor y del
Estado
como
ilegítimo.
El
cultivo se hace a base de calificativos peyorativos: "oligarquía de mandarines",
"fantoches a sueldo del extranjero", "títeres del imperialismo yanqui",
"mascarada electoral", etc.
La
dramatización y reiteración de los epítetos es decisiva.
‑
Elaborar la imagen del poder como
policial
y de la sociedad como
represiva.
El “sistema"
es exhibido como una maldad, persecutoria, que debe ser "desenmascarada".
Las
coacciones propias y naturales del poder estatal o social son presentadas como
inhumanas y atentatorias de la "libertad".
El
anarquismo, el nihilismo, son instrumentados para atacar el poder establecido
por "alienante". A su vez:
"Contra él, reivindicará el
contrapoder,
definido
únicamente como fuerza destructiva (sin jamás un programa positivo, de forma de
utilizar las impulsiones agresivas y opositoras en estado bruto): «poder negro»,
«poder indio», «poder estucliantil», «poder joven», «poder de estudiantes
secundarios »... " (op.
cit., p. 89).
Para acentuar el carácter de “Estado Policial" del
enemigo se buscan las provocaciones que obliguen a la
represión.
Organización del descrédito.
-
Organizar el descrédito
del poder a través del desprestigio de los pilares del
poder. Esto es: "manchar la reputación de los jefes sociales".
-
Se hurga en la vida
privada, se espía, aunque sea en los recipientes de la basura, concentrándose en
ciertas figuras claves.
-
Obtenido algún dato, se lo
publicita. Se ultraja, se mofa, se escarnece a estas personalidades, o a sus
parientes, amigos o allegados.
-
Se forma un "fichero de
personalidades", con informaciones o chismes, y se empieza el ataque "ad
hominem", para provocar la renuncia o destitución del afectado.
Mucchielli ejemplifica esta técnica con el "caso Watergate":
"El mejor ataque «ad hominem» exitoso fue, sin discusión, el que condujo a la
caída del presidente Ríchard Nixon
en agosto de 1974.
El
"caso Watergate”
tramado en la primavera de 1973, tenía por objeto, desde sus comienzos, la caída
de Nixon en la ignominia y su partida de
Aunque el fin urgente y
próximo haya sido, sin ninguna duda,
favorecer la
victoria de Vietnam del Norte
haciendo caer al presidente de Vietnam del Sur, Thies, (privado del apoyo
resuelto y potente que le aportaba Nixon), esta operación muy
indirecta
llevada a cabo con perseverancia y brío por los 14
periodistas del diario Washington Post, aferrados al
presidente como perros
devoradores, encontró el apoyo incondicional de todos lo enemigos políticos de
Nixon (el grupo de Alger Hiss, el de Daniel Elisberg y el más poderoso de George
Mac Govern, candidato de la oposición, amigo personal de Fid Castro y
"supporter" de todos los movimientos favorables a los comunistas del Vietna del
Norte)".
Con casos como el de "Watergate", Mucchielli señala las cinco fases en que se
desco pone este tipo de operaciones:
1.‑ Búsqueda de un hecho
que será considerado como revelación de un secreto
bien conservado (por razones de Defensa Nacional ... )
2.‑ Revelación ruídosa,
por un órgano de prensa o un instrumento de "mass
media» del hecho "descubierto", insistiendo en tres aspectos:
a) Se ocultó ese hecho, lo cual "prueba" que se
quiere engañar o que se engañó a la opinión pública.
Este primer aspecto otorga
al periodista la aureola de desfacedor de entuertos.
b) Las razones de ese secreto son exclusivamente
razones "que la moral reprueba”.
Se ignorarán
deliberadamente los verdaderos motivos y se indignarán acerca de los atentados
contra los valores universales y los ideales humanitarios.
Este segundo aspecto
otorga al periodista la aureola de una moralídad inatacable.
c) El "asunto" es revelador de un estado de cosas
típico, es un símbolo.
Hay que llegar, entonces, hasta el fondo de las
revelaciones, descubrir todo el resto, mostrar la
podredumbre del
Estado que se desea abatir.
3.‑ Orquestacíón
por el conjunto de los "mass media" que multiplican
al primer pregonero.
4.‑ Acusación,
por los "mass media", del o de los culpables, de los
"verdaderos culpables", reivindicación expresada con la fe intransigente del
Justiciero.
Esta fase pone la o las personas apuntadas en
posición
defensiva
(sobre
este tema, hay que notar que esta
trampa funciona siempre, la persona atacada se defiende y habla para defenderse
sin pensar en desmontar la operación‑trampa y sus motivaciones).
5.‑ Explotación
de la situación así creada: Se observa que el otro,
defendiéndos reconoce su posición de acusado; se descubrirán y se denunciarán
las mentiras que
será llevado a decir en su defensa, y
"todo lo que diga será utilizado en su
contra".
Se extremará la acusación
y el cultivo de la indignación hasta el punto en que todo defensor se volverá
sospechoso.
No habrá pronto ningún
defensor más" (op. cit., ps. 93‑95).
Utilización de incidentes
‑
Utilización de incidentes fortuitos, de faltas y de errores del enemigo.
Incidentes callejeros, tonterías de un policía, declaraciones intempestivas de
un parlamentario o de un funcionario, etc., que se magnifican y desorbitan.
Un caso típico fue el de la aldea vietnamita, atacada por un pelotón de soldados
norteamericanos al mando del teniente Calley (se mataron 2 civiles, que, para la
prensa, se transformaron en 200 muertos).
También opera la denuncia toda contraofensiva como una maniobra de propaganda
enemiga.
Si algún escritor quiere denunciar la subversión es tildado de "agente
policíaco".
El periodista que se anima a mostrar resultados del vandalismo de los 1umpen" y
marginados en sus manifestaciones es tachado ..soplón".
La bibliografía anticomunista o antisoviética, en su conjunto, es considerada
“fascista".
Los grupos estudiantiles subversivos
arrasan con las instalaciones universitarias. Ante ello, si las autoridades
académicas contratan vigilantes para impedir la reiteración de desmanes, son
acusados de "provocadores" y "serviles" con la "dictadura".
Así, los filmes estadounidenses que exhibían los terrores de las prisiones
vietnamitas del norte o que colocaban personajes de soldados valientes y
patriotas, eran desacreditados por las usinas de “crítica" cinematográfica, como
"chauvinistas", "belicistas", "aburridos", o financiados por Pentágono.
Ni hablar del coro que se levantaba ante los excesos o abusos aislados que, como
en toda guerra, se producían por las tropas anticomunistas en Vietnam.
La situación de los tribunales populares
‑
La situación de los “tribunales populares". Procesos singulares. Con
"jueces" y fiscales nombrados de entre los mismos guerrilleros, sin defensores,
con la evidencia adelantada que acusado es culpable por su sola condición de
"contrarrevolucionario".
Farsas a las que se dado el máximo de publicidad.
En el tomo primero de las "Obras" de Mao‑Tsé‑Tung se marcan las pautas de estos
"procesos".
Lo que cuenta es que el acusado, destruido moral y físicamente, "confiese" ante
las cámaras del cine o la televisión su máxima culpa: la de no haber entendido
Por otra parte, se montarán esas "declaraciones" con imágenes del pueblo
indignado que, lleno de cólera, vitupera al acusado, es decir, al condenado.
De los ejemplos del Extremo Oriente los grupos guerrilleros occidentales han
tomado buena nota para fabricar sus propios “tribunales del pueblo".
Roger Mucchielli destaca las siete notas que ofrece este tipo de operación,
“tribunales populares”:
1.‑ Comodidad y facilidad
de la
apertura del proceso, con un tribunal que no tiene que rendirle cuentas a nadie.
Mecanismo que no sólo funciona para los casos de secuestrados "cárceles del
pueblo", estrictamente guerrilleras, sino también para las "comisiones
investigadoras populares", que colaboran con los guerrilleros y que, por su
lado, elaboran "informes" seudo‑jurídicos para enlodar a las FF.AA.
En uno u
otro caso "nadie cuestiona a los acusadores justicieros acerca de sus poderes,
ni de sus mandatos".
2.‑
Los acusadores representan "al pueblo" por propia
decisión. Son la "conciencia moral" del pueblo. Por tanto, se hallan investidos
por
3.‑ Desde esta cómoda
posición, negativa y divinizada, podrán manejar la opinión pública nacional e
internacional por la repetición de los "mass media".
4.‑ El desprestigio del
individuo "juzgado" es completo... neutralizado perdurablemente por efecto del
mismo terror, un cierto número de sus amigos cesan toda relación con él después
de su "comparecencia" espectacular.
5.‑ El individuo cuenta poco,
lo que cuenta es disociarlo de la población y, a través de él, destruir el poder
del Estado que se quiere abatir.
6.‑ El júbilo y total
impunidad con la que estos tribunales arrestan, coadyuva a la desmoralización
estatal.
7.‑ El hecho de que estos
"tribunales" sesionen, da la sensación de la existencia de una organización
político‑administrativa guerrillera, de un contrapoder, o poder popular,
alternativo al poder estatal,
(Segunda técnica especial)
La segunda técnica especial apunta a la acción de
pequeños
grupos sobre grupos más grandes.
Como, en realidad, el voluntarismo revolucionario nada tiene que ver con el
"pueblo" o las masas populares,
meras fórmulas verbales de propaganda, se trata de provocar el rechazo por las
consultas populares.
En tal sentido, los pequeños grupos bien cohesionados pueden efectuar una
actividad de disociación de los grupos mayores.
Así, aparecen estas tácticas:
a.‑
Neutralización del recurso a la consulta popular.
Boicot de las elecciones libres, sean cuales fueren. Bajo el slogan: "elección,
traición" han operado en diversos países como lo ha descrito Luis Mercier Vega:
"En 1962, en Venezuela, el «Frente Revolucionario» denuncia lo que llama una
«farsa
electoral»
(las elecciones en el Parlamento y la elección del
sucesor de Betancourt, presidente de
Camilo Torres declaraba, en enero de
En julio de 1966, el Movimiento de
En mayo de 1966, en el periódico "
"En una verdadera democracia no
hay
llamado al pueblo.
Es el
pueblo quien gobierna y el pueblo no puede llamarse a sí mismo".
Se conoce la sorpresa de los ingenuos socialistas portugueses cuando, en 1975,
habiendo logrado la mayoría popular en las elecciones, comprobaron que la
alianza comunista izquierdista minoritaria que había tomado el poder respondió
que no había que tener en cuenta las elecciones dado que
el
pueblo ya estaba en el poder" (op.
cit., ps. 102‑103).
Todo lo cual no es más que la repetición
del famoso dicho de Fidel Castro: "elecciones ¿para qué?".
b.‑ Disociación de
los grandes grupos o de los grupos constituidos que pueden resistir a la
subversión.
Unas, apuntan a separar a los líderes de su comunidad. La propaganda maoísta, en
1971, declaraba que nada tenía con el "pueblo" norteamericano, y que su
lucha era sólo con el "gobierno" norteamericano.
Los vietnamitas del Norte lo repitieron, separando a los "soldados"
estadouniden-ses de sus jefes y oficiales. Así decía que "el Vietcong no es
hostil a todos los americanos, sino sólo a aquellos que obedecen a Nixon".
Y
Otras, procuran utilizar valores oficiales del grupo tomado como objetivo.
Operan con la infiltración. Como ha
sucedido con diversas entidades religiosas:
"De este modo,
"Pensamos hoy que
La conclusión es entonces
una incitación a los miembros a enrolarse en la acción directa violenta.
En un libro reciente,
titulado "Théologie de la révolution" (publicado por Editions
Universitaires), el Padre Joseph Comblin expone, en el mismo
sentido, que "el cristianismo es revolucionario por naturaleza..."
Se sabe que la explotación de la animosidad del clero menor contra la autoridad
de la jerarquía es igualmente un medio para crear y extender el famoso
"malestar" de los círculos católicos" (op. cit., p. 106).
Aclaramos que el Comblin citado por Mucchielli es el mismo ex dominico
francés instalado en Chile, a quien
Lo que sucede con los grupos religiosos se hace también con sectores docentes,
invocando en este caso la "relación escuela‑vida", la "creatividad frente a la
disciplina asfixiante", etc.
En sentido análogo actúan las técnicas de corrupción de la moralidad en los
grupos que hay que disociar.
Acá se trabaja con la inmoralidad, con la relajación de las costumbres. Esa es,
casi podría decirse, la función habitual del periodismo de izquierda, que vive
inyectando discordia y conflicto en los grupos familiares.
El erotismo, la pornografía, las exhibiciones obscenas son el pan de cada día de
esa prensa amarilla. De manera que cuando se les solicita que ‑ conforme a las
tácticas de Antonio Gramsci ‑ orienten su prédica disolvente hacia los grupos
juveniles para tornarlos aptos en los cuadros subversivos, no les cuesta mucho
acceder a la petición.
Los mismos jóvenes son alentados a expresarse a través de los "grafitos" y
"rayados", con procacidades inmorales o antisociales.
El consumo de estupefacientes y alcaloides es otra buena rama del mismo arte.
Sabida es la influencia enorme que sobre los jóvenes conscriptos norteamericanos
en Saigón tuvo la consumición de opio y heroína pura, casi regalada; (por algo
Chou‑En‑Lai manifestó a un diario de El Cairo que la heroína era el “arma
secreta" de los vietnamitas contra los estadounidenses).
En la retaguardia norteamericana operó por esos años la marihuana como elemento
íntimamente asociado a los grupos objetores de conciencia", "hippies" y otros
similares, que boicoteaban la guerra de su país, aconsejando la deserción.
Más adelante, tanto en ellos como en los europeos e iberoamérica, la cocaína
fue la droga que alcanzó el primer lugar en difusión, siempre vinculada al
antimilitarismo y al pacifismo.
Otra técnica es la del desarrollo de la sospecha interna en los grupos
organizados susceptibles de oponerse a la subversión.
La presunción de traición se puede instigar desde fuera o desde dentro del
grupo.
En el primer caso, como lo hizo Sefton Delmer o la propaganda vietcong, merced a
un exacto conocimiento del enemigo, se puede conseguir credibilidad para
informaciones falsas.
Más común es el segundo caso, denominado en la jerga
marxista “entrismo".
Con
estos infiltrados se tiende a paralizar los grupos claves (ejércitos,
universidades sindicatos, etc.). Desde dentro se buscan adictos para organizar
campañas anti‑represión, democratización, o profundización de la
democratización, etc. La cuestión es sembrar la anarquía, y paralizar el
enemigo.
Todas las técnicas enumeradas cuentan con un margen de posibilidades para el
éxito, dadas ciertas características
en los sujetos‑víctimas a los que están destinadas. Esto es: dependen de las
actitudes o reacciones de los interlocutores.
Una reacción favorable es la de los incrédulos:
“Informados o suponiéndose tales, éstos «no creen» en la subversión.
“Para ellos, la subversión, como el ogro de la fábula, el cuco de los cuentos
infantiles o el monstruo del lago Ness, es fruto de la “imaginación" de
obsesionados...
“Dicen que conviene "no dramatizar” la situación...
“Subrayan, a modo de explicación: el conflicto generacional, la necesidad de
expansión de todos los jóvenes, los complejos personales y la disidencia
política normal...
“Para ellos... el estado de ánimo actual es la violencia.
“El sorprendente sincronismo de las acciones es pura coincidencia y hasta
incluso exageración tendenciosa" (op. cit., p. 124).
Este tipo de persona no prestará, "en el mejor de los casos, más que una
atención és y apegada a la idea de
lucha contra la subversión".
Sujetos semejantes son los "calculadores oportunistas". Estos sí creen en la
existencia la subversión, pero se
preparan para ser los beneficiarios de ella, subvencionando secretamente a los
grupos y periódicos revolucionarios.
Los "crédulos" no son lo contrario de los “incrédulos". Son las "almas nobles",
los “cándidos", simpatizantes por idealismo político en la propaganda
subversiva. Aptos para fomar en los organismos de “fachada" o cobertura de la
empresa revolucionaria.
Los "abandonistas" también sirven, a su manera, a
Como sirvió Chamberlain a Hitler en Munich, en 1938. Creen en la posibilidad de
entendimientos, de negociaciones pactos con la guerrilla.
Por supuesto que tales tratados son "papeles mojados", que el revolucionario
está tan pronto a cumplir como cumplió Fidel Castro sus alianzas con Betancourt,
con Prío Socarrás, con Manuel Urrutia, etc.
(Como
Luego están los "cínicos", para quienes sólo el tiempo curará de ese "sarampión"
pasajero.
Confían que la fascinación del poder corrompa y desencante a los revolucionarios
a vez que hayan triunfado. Consideran, por eso, que luchar contra la subversión
es inútil, basta que la instalación del terror policial socialista ponga a fin
sus sueños.
Aún entre los "convencidos" puede haber algunos "obsesionados" con el tema, que
le adjudican proporciones
tentaculares, satánicas, irracionales, omnipotentes, invencibles.
Los que ven “trotskystas por todos lados".
Estos creyentes tampoco sirven para combatir la subversión. O se paralizan, o
confunden a los demás, o provocan el ridículo.
Por todos estos sujetos‑tipo, dice Roger Mucchielli, es muy difícil la lucha
antisubversiva, ya que se trata de usar los recursos ordinarios y
extraordinarios de la ley; de utilizar el “contra‑llamado" al pueblo como parte
de la contrainsurgencia.
Acerca de este asunto, o sea los modos de combatir la subversión, no nos vamos a
explayar en este momento. Lo taremos después.
En todo caso, ya valdría la pena acotar que una de
las mejores maneras realizar esa lucha es con la ironía, con el ingenio.
Dado que los subversivos son unos “amargos" que fuera del humor negro, no
entienden del arte de provocar una sonrisa, es más fácil desmitificarlos a base
del ridículo.
Claro que ello exige un "esprit de finesse" que contrarreste la actitud
simplificadora, simplista, esquematizadora, tan común en los subversivos.
Eso, precisamente, es lo que han hecho algunos ensayistas franceses.
Tal, v.gr.,
-
Jean Doutourd «Lecole des
jocrises": La escuela de los simples, Flammarion, 1970),
-
Maurice Lelong ("Le
lexicon": El lexicón, Robert Morel, 1971),
-
Louis Pauweis ("Lettre
ouverte aux gens Ineureux": Carta abierta a la gente dichosa, Aibin Michel,
1971),
-
y B. Komprobst, J. F.
Bazin y L. Foncine ("Petit lexique de la subversión": Pequeño léxico de la
subversión, Alsatia, Strasbourg, 1969).
En otro orden menos irónico, se pueden consultar:
-
J. M. Domenech, "La
propaganda política", París, P.U.F., 1965;
-
Jacques Ellul,
"Propagandas", París, Armand Colin, 1962;
-
M. Megret, "La guerra
sicológica", París, P.U.F., 1963;
-
Pierre Nord, "La
intoxicación", París, Fayard, 1971;
-
Spurys, "La acción
sicológica", Revista Militar de Infantería, 1958;
-
V. Volkoff, "Le retournement", París, 1979.
Y, para los aspectos ideológicos de fondo, los capítulos "Sicología del
materialismo dialéctico" y "Sicología de las religiones seculares", del gran
tratado de Jules Monnerot,
"Sociología de/
Comunismo"
(Madrid, Guadarrama, 1968).
Para sintetizar el aporte de Roger Mucchielli podemos volver sobre su definición
de subversión:
"el conjunto de recursos sicológicos que tiene como objetivo el
descrédito y la caída del poder establecido".
Parte integrante de
Una técnica codificada tendiente a derrumbar un sistema no socialista por sí
sólo, "como una fruta podrida".
Entre esas facetas se halla esa técnica de subversión desmoralizadora que
acabamos de ver.
Dado que Chile no estaba dispuesto a colapsar como "una fruta podrida",
a manos de esos manipuladores de mentes, el lector ya se irá explicando por sí
mismo el por qué de la inquina con que nos favorecieron y nos siguen
favoreciendo tales "caballeros".
En el fondo, toda la cuestión radicaba en saber distinguir entre la
verdad y la mentira.
Y, como ya se dijo hace veinte siglos, sólo la verdad nos hace libres.